La campanada de Pablo Iglesias ha tenido un efecto propagandístico, más que nada. Su video oscureció la inane reunión de la bella Inés sobre el fiasco de sus mociones de censura, le chafó a Pedro Sánchez un homenaje republicano ante la tumba de Azaña en Montauban, que ya era irrelevante comparado con la cálida entrevista de los Reyes, noviembre de 1978, con Dolores Rivas Cherif, la viuda, que, emocionada al abrazar al Rey en México, dijo: «Cuánto le habría gustado a don Manuel Azaña vivir este día, porque él quería la reconciliación de todos los españoles». También sirvió para velar la comparecencia ante el juez de su tronco Monedero por los chanchullos de Neurona.
En el discurso del adiós del vicesegundo destacaron tres cosas: se arrogó prerrogativas del presidente, como nombrar vicepresidenta en su lugar a Yolanda Díaz y ascender a ministra a la pobre Ione Belarra, que solo ha mostrado capacidad para insultar a Margarita (está linda la mar). Algo debería hacer Sánchez, porque en esto ya llueve sobre mojado, recuerden la rueda de prensa del galápago macho cuando solo era el tigre de Vallecas, mientras Sánchez hablaba con el Rey. ¿A quién pensará encomendar Pablo la competencia sobre el CNI?
La segunda fue proponer la unidad bajo su mando a Más Madrid, que tiene en la Asamblea tres veces más escaños. Uno tiene un entusiasmo contenido por las dotes intelectuales del zangolotino Errejón, pero tan gilipollas tampoco le parece.
Luego están sus valoraciones sobre propios y ajenos. Dos veces llamó ‘criminal’ a la derecha, (conceptual y personalmente) el hijo de un terrorista. Nadie tiene la culpa de ser hijo de quien es, pero él blasona de la condición de papá. Con la misma alegría con que estableció que el PP era el partido más corrupto de Europa para gobernar ¡con el PSOE de los EREs! dijo que Yolanda Díaz es la mejor ministra de Trabajo de la historia de España. Repasemos su historial: El número de parados en el tiempo que lleva Yolanda ocupándose del tema ha crecido en 762.000. La tasa de paro de Yolanda ha aumentado casi el triple que en Europa. (2,5% frente al 0,9% de la Eurozona). España el país de Europa en el que más crece la desigualdad salarial. (36,1% entre las rentas más altas y más bajas. Informe Mundial de la OIT, diciembre de 2020).
Vayamos al género: España es el país de la UE donde más creció el paro entre las mujeres en 2020. Nuestra tasa de paro femenina ha crecido más que en ningún otro país, al pasar del 15,7% al 18,4% actual, casi tres puntos de aumento. Los segundos de Europa detrás de Grecia y vamos a más: el pasado febrero, el 70% de los nuevos parados eran mujeres.
La mejor ministra de Trabajo de la historia no sabía lo que eran los ERTEs. (Ver en Youtube su rueda de prensa del 2 de abril de 2020). Dijo cinco veces: “a ver si soy capaz de explicarlo”.
Ella, en compañía de la titular de Igualdad, aprobó por ley un registro salarial y una auditoría a las empresas para acabar con las desigualdades salariales por razón de sexo. “Un logro histórico”, dijeron tan ufanas. La igualdad legal había cumplido 41 años la semana pasada. La impuso un ministro de Trabajo llamado Rafael Calvo Ortega: Ley 8/1980 de 10 de marzo del Estatuto de los Trabajadores. Artículo 28: “El empresario está obligado a pagar por la prestación de un trabajo igual el mismo salario, tanto por salario base como por los complementos salariales, sin discriminación alguna por razón de sexo”.
Luego hay una razón de lógica: si los empresarios pudieran pagar menos por igual trabajo, ¿por qué iban a contratar hombres? Razonan así, que para eso son los mejores; hay que joderse.