Los miedos Jeltzales

ALBERTO AYALA, EL CORREO 30/05/2013

· El PNV prefiere enmendar la plana a Urkullu antes que dar la más mínima baza a EH Bildu.

La precaria situación de minoría en que se halla el Gobierno Urkullu, las negras perspectivas económicas y, sobre todo, la obsesión por no ceder terreno en el discurso nacionalista ante EH Bildu parecen empezar a pasar factura al PNV. Solo ello explica lo ocurrido ayer.

El Ejecutivo Urkullu se pronunció el pasado viernes en el Parlamento en contra de que el 25 de octubre, aniversario de la aprobación del Estatuto de Gernika, se mantenga como fiesta en Euskadi. No obstante, el consejero de Empleo, Juan María Aburto, señaló que el Ejecutivo peneuvista no tenía entre sus prioridades la derogación de esta festividad, implantada en 2010 con los votos del PSE, PP y UPyD, que entonces sumaban mayoría absoluta.

Pues bien, ha bastado que la izquierda abertzale planteara oficialmente en la Cámara de Vitoria la supresión del ‘Día de Euskadi’ y su sustitución en el calendario laboral por el 3 de diciembre como ‘Día del Euskera’ para que el PNV diera de inmediato un giro de ciento ochenta grados, pese a dejar en evidencia a su propio Gobierno. Egibar anunció ayer una proposición de ley para derogar ya el ‘Día de Euskadi’ por tratarse de «una imposición». A diferencia de EH Bildu, los peneuvistas no plantean una fiesta alternativa.

Si el PP observa con el rabillo del ojo cada movimiento que realiza UPyD para evitar dar alas al partido de Rosa Díez, resulta evidente que el PNV ha instalado toda una red de retrovisores para abortar el más mínimo intento de la izquierda abertzale tradicional de adelantarle por el flanco nacionalista.

La ‘intelligentzia’ jeltzale tendrá clara su efectividad. Pero no deja de resultar un tanto curioso que un partido como el PNV que aspira a ser visto por los ciudadanos como el líder que necesita Euskadi para sortear estos difíciles momentos supedite su praxis política a la de izquierda abertzale por miedo.

Pero el comportamiento jeltzale pone de relieve más cosas. Confirma que su situación de minoría en la nueva Euskadi poliédrica no ha rebajado un ápice sus tics hegemonistas, los mismos que le llevaron en la Transición a imponer sus símbolos o los de la comunidad nacionalista a todo el país, sin más miramientos.

Ese fue el único criterio que guió la elección de la bandera, el himno, el escudo y la capital de la comunidad autónoma vasca. Tres décadas después, nadie discute la ikurriña ni que Vitoria sea la sede de las instituciones vascas (cosa diferente es su definición como capital). No ocurre lo mismo ni con el escudo ni, sobre todo, con el himno, el Eusko Abendaren Ereserkia (Gora ta gora), que solo asume como tal el PNV.

La pasada legislatura el constitucionalismo dispuso por primera vez de mayoría en el Parlamento de Vitoria. La aprovechó para declarar festivo el aniversario de la aprobación del texto estatutario, pero el PSE cortó de raíz el único conato que hubo por reabrir el debate de otros símbolos.

Ciertamente resulta impagable la sutileza del PNV con los socialistas justo en puertas de que se inicien los contactos para explorar un pacto de estabilidad.

ALBERTO AYALA, EL CORREO 30/05/2013