Ibarretxe y el tripartito han puesto sobre la mesa los principios del plan que han hecho imposible el entendimiento con los no nacionalistas: la autodeterminación, el ámbito de decisión, las aspiraciones territoriales, el estatus de libre asociación… Los mimbres ofrecidos por el lehendakari van a servir, únicamente, para elaborar el cesto del conflicto una vez más.
El candidato a lehendakari del tripartito ofreció ayer, en el discurso de investidura, el viejo y castigado plan Ibarretxe, pero en esta ocasión troceado en cuartos. Juan José Ibarretxe dijo que su antiguo plan representaba «un activo político que contiene algunos mimbres para alcanzar un acuerdo de normalización política». A estos mimbres se agarró el portavoz socialista, José Antonio Pastor, parlamentario revelación de la jornada, para realizar un ataque dialéctico sin cuartel contra el plan soberanista, aprobado con los votos de Batasuna, rechazado por el Congreso y responsable del significativo retroceso electoral experimentado por la coalición PNV-EA.
Cuando el todavía lehendakari en funciones se reunió con el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, la versión oficial difundida desde el Ejecutivo central fue que Ibarretxe había renunciado a su plan. El retroceso electoral había sido reciente y el PNV guardaba silencio sobre el plan a la espera de reubicarse en el nuevo escenario político. Sin embargo, ayer, antes de que interviniera el propio Ibarretxe, el candidato socialista, Patxi López, se encargó de dejar en evidencia las versiones extendidas tras la reunión de La Moncloa. López advirtió que ni el PNV ni su candidato habían abandonado «la imposición del plan Ibarretxe» y su competidor, poco después, le dio la razón.
Juan José Ibarretxe y el tripartito han optado por poner sobre la mesa los principios del plan que resultan más inaceptables para los no nacionalistas. Todo el esencialismo soberanista contenido en el preámbulo se pone sobre el tablero como punto de partida, añadiéndole la exigencia del reconocimiento de la autodeterminación, el ámbito absoluto de decisión, las bendiciones a las aspiraciones territoriales del nacionalismo, el estatus de libre asociación, etc. Todos los conceptos que han hecho imposible el entendimiento con socialistas y populares durante la pasada legislatura.
El secretario general de EA, partido que ha tenido la innegable habilidad o la suerte, de hacer cargar todos los costes electorales sobre los hombros de su socio, dejó claro que el plan Ibarretxe era el suelo sobre el que se pretendía edificar el nuevo proyecto político. EA ha salvado los muebles y es lógico que mantenga ese discurso, pero del PNV, que ha pagado esta ronda, cabía esperar otra reflexión.
A la vista de los discursos, todo hace temer que los mimbres ofrecidos por el lehendakari van a servir, únicamente, para elaborar el cesto del conflicto una vez más.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 23/6/2005