En la noche dramática de los drones iraníes, la gobernante izquierda populista española estaba contra Israel. Sánchez no fue tibio contra el ataque iraní por error, sino porque preside un Gobierno que simpatiza con la causa de Irán. Días antes, había demostrado que también ve la tragedia palestina desde la perspectiva de la polarización política, que es su credo. Desde Catar, sede de la banda terrorista Hamás, a Noruega, pasando por la cripta de Cuelgamuros, Sánchez convirtió cada viaje en un plató de televisión al servicio de su campaña electoral permanente. Asumida la imposibilidad de gobernar, todo le vale para desviar la atención de los españoles.
Intentó enredar a discretos líderes europeos, pero le vieron las intenciones. Nadie puede ignorar que su propuesta de los dos Estados es, en las actuales circunstancias, puro oportunismo. Núñez Feijóo y los primeros ministros noruego e irlandés coincidieron: Gaza no puede ajustarse al calendario electoral de Sánchez. A los dirigentes visitados les bastaba con revisar las reacciones de ministros españoles ante las matanzas del 7 de octubre en Israel. Miembros del Gobierno, como Sira Rego y Ernest Urtasun, se negaron a condenar en el Parlamento Europeo los actos terroristas de Hamas; además de estos, los ministros Oscar Puente, Mónica García, Yolanda Díaz y Pablo Bustinduy participaron en la manifestación convocada por la asociación Samidoun, prohibida en Alemania por apoyar abiertamente a Hamás; y como “derecho a resistir” han calificado desde el Ejecutivo esos actos terroríficos contra israelíes.
En vez de honrar lo que han firmado, no solo no ha aumentado su presupuesto en Defensa para alcanzar el acordado 2% del PIB, sino que en 2023 lo redujeron en 2.000 millones, hasta dejarlo en el 1%
No sorprenderá que los aliados no se fíen de Sánchez. Lo que sí sorprende es la actitud comprensiva de gran parte del periodismo español ante una política tan peligrosa para los intereses nacionales. La resistencia del populismo sanchista no se podría explicar sin una fábrica mediática de relatos bien engrasada dedicada a modificar la realidad, seguridad nacional incluida. Tienen acreditada capacidad para inventarse en minutos un Koldo bis contra el PP, relatos inverosímiles que banalicen las correrías comerciales de Begoña Gómez o soluciones milagrosas para el problema de la vivienda, seis años después de no hacer nada. En este negociado, los más eficientes no son los acérrimos sanchistas de Al rojo vivo, sino los imprescindibles equidistantes de los informativos “serios”. Son estos los verdaderamente útiles para diluir posiciones del sanchismo pro-Irán, anti-OTAN o pro-Putin, como cuando sueltan esta perla de la equidistancia: “la discusión de los dos Estados divide al PP”. ¿En serio?
“La verdad es la realidad”, le hicieron decir al hegeliano Sánchez. Sigue al pie de la letra el principio “la verdad es lo que nos conviene en cada momento”, incluso, cuando se trata de la seguridad de los españoles. Hace unos días, la AIReF desvelaba el engaño del Gobierno a la Alianza Atlántica sobre sus compromisos presupuestarios. En vez de honrar lo que han firmado, no solo no ha aumentado su presupuesto para alcanzar el acordado 2% del PIB, sino que en 2023 lo redujeron en 2.000 millones, hasta dejarlo en el 1%. Desgraciadamente, la nula cultura de seguridad nacional de los españoles facilita que la trampa, y las graves consecuencias, pase desapercibida.
Una gran parte de la opinión pública desconoce que el objetivo de Irán y sus satélites terroristas es la destrucción total del Estado de Israel, como pretende Putin con Ucrania
Lo misiles de Irán y sus satélites, disparados el sábado contra Israel, se dirigían también contra los españoles. Los pilotos estadounidenses y británicos protegían allí a todas las democracias del mundo amenazadas por una nueva guerra fría, desde Canadá a Japón. La opinión pública española tiene derecho a saber de quiénes dependería la defensa antimisiles del territorio español en caso de ataque; qué función cumple el “escudo” localizado en Rota; o cuánto depende este de la cooperación con EEUU. La respuestas no las dará el gobierno de Sánchez, infectado de amigos de Hamás y Putin, enemigos de la OTAN e Israel.
Lamentablemente, una gran parte de la opinión pública desconoce que el objetivo de Irán y sus satélites terroristas es la destrucción total del Estado de Israel, como pretende Putin con Ucrania. Cuando Alemania busca hasta debajo de las piedras medios de defensa antiaérea para entregar a los ucranianos, o cuando Reino Unido y EEUU desplazan a Oriente Próximo decisivos medios militares para defender a Israel del ataque iraní, ¿nadie del Gobierno español va a explicar a los españoles qué se juegan en esas guerras?
El ‘escudo’ que nos protege no es de Putin o de Irán
La posición de Sánchez, en lo que a geopolítica se refiere, recuerda la de sus amigos chavistas iberoamericanos. Sobre Oriente Próximo y sobre Putin, coinciden absolutamente. Solo hay que oír a Zapatero, el valedor del torturador Maduro. Pensaba que ya lo habría entendido, pero no. Señor expresidente, los drones y misiles que pueden impactar en las calles de Madrid o Barcelona vendrían de Irán o Rusia, y sus agentes en el Sahel africano, no de nuestro aliado Israel. El “escudo” que nos protege lo gestiona Estados Unidos desde Rota, con la oposición de los de “OTAN no, bases fuera”, que forman parte del Gobierno.
Que los equidistantes mediáticos no lo vean, o vivan de no verlo, esa es otra historia.