ABC 11/06/14
IGNACIO CAMACHO
· Engendrada en la probeta del partido Susana Díaz desconfía, como todas las criaturas de aparato, de las primarias
ASusana Díaz no le gusta competir. Engendrada en la probeta del partido desconfía, como todas las criaturas de aparato, de las primarias. Cree que debilitan a la organización y no acaban de reforzar a los candidatos. En Andalucía fue designada por cooptación, a dedo, y elegida por aclamación, y ese era el modo por el que pretendía alcanzar el liderazgo del PSOE. También el único en que tenía posibilidades claras, porque en una competición abierta la Junta le representaba un estorbo para moverse por todo el país en campaña. En el momento en que falló el mecanismo aclamatorio, por resistencia de Eduardo Madina y de algunos barones renuentes, quizá también de Rubalcaba, su suerte en este envite estaba echada. Por ahora, al menos.
Está cabreada con Rubalcaba. Cree que no le ha sostenido la promesa de un congreso cerrado, a cambio de la cual llevaba meses apoyándolo en medio de su agonía orgánica. El viejo zorro ha maniobrado incluso en estado terminal, mientras tejía su parte de la operación abdicatoria del Rey. Los susanistas sospechan que, además, ha pactado con Madina, y tal vez vayan a ponérselo difícil a los dos regalándole a Pedro Sánchez Castejón unos apoyos con los que no contaba. Pero Díaz se cuidará de respaldar en público a alguien. Si se ha borrado por no exponerse a perder en una elección directa tampoco va a arriesgarse a hacerlo mediante persona interpuesta.
Esperará. No se sabe a qué pero esperará. En su cabeza está el asalto al poder y es una persona que piensa muy deprisa y con muchas variables; sería buena jugadora de ajedrez. Acaso espere a que Madina se convierta en el aparato al que ahora dice enfrentarse. O simplemente a que se empiece a equivocar. O a que Sánchez sea el secretario general que le deba el puesto y le permita ser la candidata a presidir el Gobierno. Y a que a ella misma se le despeje un calendario andaluz que ahora le estorbaba en su vértigo de quemar etapas.
Susana tenía a González, a Zapatero, a la mayoría de los barones territoriales, tal vez también a gran parte de la militancia. Sin embargo no se ha atrevido a medirse por temor a un proceso que no controla en detalle. Probablemente para los tiempos que vienen tiene también el perfil más institucional y estable, aunque eso ya ha dejado de ser una garantía cuando la izquierda se busca a sí misma con desesperación casi rupturista. «Está hecha para llevar el maillot amarillo», se le oyó no hace mucho a ZP. Pero lo quiere regalado, investido, sin correr la prueba. Como se lo pusieron en Andalucía.