ABC 20/10/13
ENTREVISTA, JAIME MAYOR OREJA
· El eurodiputado del PP y exministro del Interior alerta sobre los próximos pasos del movimiento nacionalista, del que hoy es vanguardia Artur Mas. Ante la deriva secesionista apuesta por emplear la «máxima determinación»
Desde su vasta experiencia como ministro del Interior, el hoy eurodiputado del PP Jaime Mayor Oreja advierte de que la situación que vive España es la consecuencia de un proyecto de ruptura que comenzó hace treinta años. Primero fue ETA la vanguardia del movimiento nacionalista, después Ibarretxe, y ahora Artur Mas, que no puede dar marcha atrás en su desafío secesionista porque ya no depende ni de su partido. Todos los acontecimientos están conectados. Forman parte de una «historia anunciada» en la que ha tenido un papel fundamental el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, por negociar con una organización terrorista cuyo objetivo era la ruptura de España. «Una decisión irresponsable y suicida», dice.
—¿Insiste en que el proceso de paz de Zapatero sigue abierto?
—Indudablemente sí. El proceso de paz fue una gravísima irresponsabilidad porque significó una negociación con ETA, y no era la primera vez que ETA había negociado. Lo hizo con el PNV en Estella, con ERC en Perpiñán, y hubo una tercera gran negociación, que fue la del Gobierno de Zapatero en el mal llamado proceso de paz. El proceso de paz continúa tan vivo que ha irrumpido en alguna sentencia del Tribunal Constitucional, en el caso Faisán y, ojalá me equivoque, pero llegará también al Tribunal de Estrasburgo. Porque cuando un Gobierno toma la decisión de negociar con una banda terrorista, la fuerza expansiva de esa decisión llega a los Tribunales.
—No hay entonces una justicia independiente…
—Bueno, no me gusta valorar las decisiones judiciales. El esperpento está en negociar con ETA, porque cuando se negocia con una banda terrorista no hay Estado de Derecho. Yo no me cebo en las sentencias ni en los Tribunales; me cebo en la decisión irresponsable y suicida, por las características históricas de España, de abrir una negociación con un grupo que solo busca la ruptura de España y que, además, es una organización terrorista.
—¿Concluye entonces que la sentencia del caso Faisán forma parte del propio proceso de paz?
—Es la fuerza expansiva y prolongada de una decisión del Gobierno; eso forma parte del proceso de paz. Cuántas veces el actual líder socialista, cuando yo hablaba del proceso de paz, decía siempre: “Este es el raca raca raca de Oreja”. Y hoy una sentencia habla del proceso de paz al que hay que servir. Es un disparate.
—Usted ha sido ministro del Interior. ¿Cree que los mandos del Faisán pudieron actuar sin orden superior?
—Todo el mundo sabe la respuesta. No hace falta ser ministro del Interior.
—¿Se descubrirá algún día que el chivatazo tuvo una motivación política?
—La sentencia lo dice: que el bien supremo es el proceso de paz.
—¿Ha llegado el momento de ilegalizar Sortu y Bildu?
— Es momento de entender que vivimos la culminación de un largo proceso que arrancó hace treinta años. Lo que estamos viviendo hoy en España no puede sorprendernos. Es simplemente la culminación de un largo proceso que tiene tres hitos. El primero fue a finales de los setenta, cuando las autonomías dan el poder a los nacionalismos a través de la Constitución y de los Estatutos. Diez años después hay dos resoluciones parlamentarias, de los años 89 y 90, del Parlamento catalán primero y del vasco después, donde ya se apunta la dirección del derecho de autodeterminación. Y a finales de los noventa, ETA acuerda con los nacionalismos vasco y catalán dos treguas trampa en donde comprometen, primero los partidos nacionalistas vascos en Estella su acuerdo por la autodeterminación, y luego, ERC, en Perpiñán, un acuerdo para llevar la independencia a Cataluña. Tres hitos: autonomía primero, autodeterminación, y acuerdos con ETA desde el País Vasco y desde Cataluña para avanzar en esta dirección. Lo que estamos viviendo es la culminación de ese proceso. Por eso no he contestado a la pregunta. No vamos a entrar en las sentencias, vamos a entender el proceso que vivimos, que es la culminación de una historia anunciada.
—¿Pero hay que ilegalizarlos?
—Creo que habrá que tener la máxima determinación, pero la ofensiva no viene ahora del País Vasco, viene de Cataluña, y es evidente que, en mi opinión, hay que trabajar ya en el escenario más desfavorable de todos los posibles, desde Cataluña y desde el País Vasco, y habrá que tener la máxima determinación posible. Pero ya que me hace esa pregunta relacionada con lo que hay que hacer, yo primero diré lo que ellos pretenden hacer a través del mal llamado proceso de paz. El siguiente objetivo es un líder para ese movimiento: es la liberación de Otegui, quien se ha convertido en un referente esencial para la izquierda abertzale y para ETA. Confían en que la fuerza expansiva del proceso llegue al liderazgo de Otegui, y a rebufo, o simultáneamente a cómo España se debilita ante la ofensiva de Mas —que es quien está en la vanguardia del movimiento nacionalista hoy—, esperan ahí agazapados esa liberación para su gran objetivo, que es llevar el proyecto de ruptura de España al gobierno del País Vasco. No es solo el proyecto de una organización terrorista, es un proyecto de ruptura de España.
—Mañana conoceremos la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, y todo apunta a que tumbará la doctrina Parot. ¿Está la sociedad española preparada para recibir esa noticia?
—Habrá que ver la respuesta de los ciudadanos españoles, pero vuelvo a insitir, ojalá me equivoque y me desmientan los hechos, pero la fuerza expansiva del proceso va a llevar a esta situación y tendremos que aceptarlo. Todo eso habla del despropósito, del disparate que está significando el mal llamado proceso de paz. La peor herencia del gobierno de Zapatero no solo es la económica, es la herencia nacional, la herencia política. ¿Cómo puedes hacer un acuerdo político con ETA, cuyo objetivo es la ruptura de España? Pero no solo es Estrasburgo, el proceso va a intentar que Otegui sea el líder de la izquierda abertzale en las siguientes elecciones. La invitación que recibió Otegui desde Cataluña para participar en la comisión en defensa de la autodeterminación no es casual.
—Pinta un panorama desolador…
—La realidad dice que yo era un optimista hace unos años. Vengo explicando desde hace mucho tiempo la existencia del proceso, el significado de las treguas trampa, la presencia permanente de ETA, aunque no mate, la no necesidad que tiene de matar, porque cree que sus objetivos políticos van avanzando… Me quedé corto. El avance del nacionalismo está siendo rápido e implacable. A pesar de eso, estamos más próximos de mantener la Nación y la unidad de España que ellos de alcanzar sus objetivos. Pero nos tendremos que emplear a fondo, con la máxima determinación y con inteligencia.
—Como ha dicho antes, el foco del conflicto se ha trasladado ahora a Cataluña, con actos tan despreciativos como el plantón de Mas a la vicepresidenta del Gobierno. ¿Cree que ha llegado el momento de aplicar el artículo 155 de la Constitución?
—Eso lo que tendrá que decir lógicamente el Gobierno. Yo lo que digo es que debemos prepararnos para el escenario más desfavorable de todos. Mas es hoy la vanguardia del movimiento nacionalista en España; antes fue ETA, y durante un breve periodo de tiempo Ibarretxe. Pero esto es una carrera de relevos: a veces País Vasco, a veces Cataluña… y casi siempre ETA. Artur Mas no puede dar marcha atrás porque no es libre ni depende solo de su partido y de su coalición. Tiene que decir que es necesario un referéndum y alimentar la lógica normal negativa del Gobierno de España. Hay que trabajar sobre ese escenario. Los nacionalistas tienen que entender que no les puede resultar gratis lo que hacen. Si al final no sucede nada, seguirán haciéndolo todo. Tienen que perder en el camino, tienen que saber que estamos dispuestos a que ellos pierdan en el camino.
—Entiendo entonces que se une a las voces del partido que critican una actitud contemplativa del Gobierno respecto a esta deriva secesionista…
—En mi trayectoria política jamás he emitido una crítica al Gobierno, entre otras cosas porque todo este proceso el único que lo puede detener es el Gobierno de España.
—¿Y está haciendo lo suficiente?
—Yo lo único que digo es que quien lo puede hacer es el Gobierno. Lo que hay que hacer es arroparle, conseguir que ejercite en su momento con la máxima determinación el debate de ideas y el debate de la ley que haya que cumplir.
—¿Cree ha llegado ese momento?
—Eso lo tiene que determinar el Gobierno.