Imma Lucas-Vozpópuli
  • Casi mil muertos a manos de ETA dan para enterrar en la pena más profunda a muchas familias españolas

Franco ha muerto, ETA también y los niños que vivieron las atrocidades de la banda terrorista ahora son adultos que intentan rehacer sus vidas como pueden, tras haber perdido a sus padres, tíos, primos, hermanos o amigos. Viviendo muchos silencios en sus casas. Casi mil muertos a manos de ETA dan para enterrar en la pena más profunda a muchas familias españolas. Pero estos niños y niñas que perdieron a su papá por ser guardia civil o concejal de cualquier color político –menos de los radicales de entonces, de los afines a ETA- a su hermano, primo o amigo ahora son adultos, incluso los que siendo jóvenes sufrieron atentados directos y lo han podido contar ahora son adultos que, algunos de ellos, quieren pasar página, como son los casos de Borja Semper (PP) o Eduardo Madina (PSOE).

La Ley de Partidos de 2002 dejó en la cuneta a decenas de formaciones afines a ETA, ley firmada con el acuerdo de PP y PSOE al que se sumaron partidos como el extinguido CiU o Coalición Canaria, no así el PNV o IU. Pero eso ya es historia. Con el peso de la ley de partidos, con el cese definitivo de la actividad criminal de ETA, anunciada el 20 de octubre de 2011, se pusieron fin a más de 40 años de terror. Para muchos, siempre estará por desgracia en su memoria. Muchos otros, de la generación de nuestros hijos, no la conocen por lo que se puede evitar socialmente seguir sembrando y fomentando rabia, ira, odio y dolor que desgraciadamente no servirán para reparar el sufrimiento vivido. En este último aspecto la responsabilidad es institucional y política.

Nadie que no haya vivido en Euskadi, que no haya sido víctima indirecta o directamente del horror, puede concederse atribuirse el ser conocedor de un sentimiento que es único, el de cada una de las víctimas, sólo suyo, merecedor del respeto de toda la sociedad. Por ello, con la vocación de servicio público de la que tantos quieren hacer gala, la política debe acompañar a los que han sufrido y no seguir abriendo heridas que rompen el alma.

Antes de que lo asesinaran, en este país se vivió la mayor manifestación de la historia contra el terror etarra. Sólo en Bilbao se calculó medio millón de personas

Un fin de semana como este que vamos a empezar, de hace 25 años, teníamos en este país el corazón encogido, pegados a la radio o al televisor siguiendo minuto a minuto un secuestro que acabó en el desenlace fatal de la muerte del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. Cuando le secuestraron el 10 de julio de 1997, la banda terrorista exigió la excarceración de los asesinos en prisión de la banda terrorista. Antes de que lo asesinaran, en este país se vivió la mayor manifestación de la historia contra el terror etarra. Sólo en Bilbao se calculó medio millón de personas, pero fueron todas las grandes ciudades las que se sumaron a la protesta a gritos de liberara al concejal secuestrado. Dos millones y medio de personas gritando libertad, un clamor que segó en seco la banda con su asesinato. Este fin de semana se va a rendir un homenaje a Miguel Ángel y, aunque ya haya rectificado, el alcalde socialista de Ermua, Juan Carlos Abascal careció de cintura política en negarle a la hermana de Miguel Ángel la posibilidad de intervenir en este acto.

Mikel Iruretagoyena, hijo del concejal popular José Ignacio Iruretagoyena pedía a Pablo Casado en un tuit que “dejen de vivir de las víctimas”. No puedo estar más de acuerdo. Dejen descansar a cuantos vivieron con miedo durante décadas. La banda terrorista ETA dejó sus armas, aún son muchos los que sienten asco cuando se cruzan por la calle con ellos, que se pasean por ahí como si tal. Muchos son los que tienen inevitablemente que convivir con ellos, una especie de condena, una tortura cotidiana.

Los votos de Bildu

Pero la vida debe seguir para los que lo han sufrido y están vivos y por ello que se rindan todos los homenajes que se deban rendir a las víctimas, que las asociaciones se unan en el dolor, que los políticos acompañen y dejen de mercadear con algo que provocó el mayor dolor y miedo en la historia democrática de este país, el tener a una banda que te mataba por lo que pensabas, que perseguía tus negocios y que a simples jóvenes concejales como Miguel Ángel Blanco los hostigaba, perseguía y amenazaba hasta la muerte. Sobraron armas. Con la palabra, Bildu ha convencido a una parte de los vascos, por eso tienen representación en el Congreso, así es esta democracia –hay que respetarla-, pero de ahí a revivir constantemente a Franco y a ETA lo dice todo de la poca empatía de la que goza nuestra política actual. A veces se piensa que, desde la política, también desde el periodismo, no se encuentra el respeto necesario que merece el ciudadano. Cuídense.