EL MUNDO – 02/05/15 – SALVADOR SOSTRES
· El padre de mi suegro, de la Lliga, sufrió la doble humillación de que Esquerra se lo robara todo y de que todo se lo devolviera Franco. «¿Y los nuestros cuándo vendrán?», le preguntó su hijo. Y la respuesta no la ha olvidado: «Nunca».
Siempre que el destino de Cataluña ha estado en manos de ERC hemos conocido el desastre. Lo conocimos con Companys, lo conocimos cuando Carod-Rovira propició los tripartitos, y aunque Junqueras parecía querer romper con la tradición siniestra de su partido, convertirá a Ada Colau en alcaldesa de Barcelona.
El gran error de Mas fue hacer seguidismo de Esquerra desde 2003, cuando a pesar de ganar las elecciones CiU fue desalojada del poder por el tripartito.
El president entendió que el modo más rápido de recuperar el poder era parecer más nacionalista y más independentista que ERC, y forzó aquel Estatut de máximos, que luego rebajó con Zapatero a cambio de que los socialistas le ayudaran a volver a la Generalitat.
Zapatero le engañó y el Estatutempezó su via crucis en el Constitucional, denunciado por el Partido Popular; y Mas y su aliado natural se metieron en un callejón sin salida que ha llevado al PP a la casi marginalidad en Cataluña y a CiU a desangrarse en beneficio de Junqueras.
El presidente Pujol, mucho más independentista que Mas, y de un independentismo mucho más profundo y consciente, abominó siempre de cualquier posibilidad de pacto con Esquerra; nunca abordó la reforma del Estatut, porque sabía que no la podría controlar, y cerró sistemáticamente la puerta a cualquier proceso independentista porque sabía –y sabe– que Cataluña no sólo no puede ganarlo sino que al final quedará peor de lo que estaba.
Mas ha abandonado en los últimos años la centralidad mayoritaria de Cataluña y ha convertido al partido del orden que siempre fue CiU en una banda antisistema que ha sido el caldo de cultivo perfecto para ERC y para el submundo del populismo venezolano, que tan graciosamente hemos importado.
Esquerra vuelve a estar en disposición de sembrar el caos, en una demostración más de que los pueblos que no comprenden su Historia están condenados a repetirla.
Junqueras ha entregado Barcelona a Podemos, por odio a CiU y por esa tendencia genética que tiene la izquierda a la destrucción.
Ello no nos puede llevar a ignorar la nefasta estrategia de Trias a la hora de gestionar su resultado electoral y la rendición con que desbarató sus posibilidades de ser alcalde.
La estrategia de los republicanos es arrinconar a Convergència, dejar que los casos de corrupción vayan laminando sus expectativas y ofrecerse ellos como el nuevo partido central del soberanismo.
Junqueras se declaró «moderado y conservador» el fin de semana en Sitges, y todo el mundo sabe que es católico. Y aunque es un planteamiento que tiene algo de sincero, y de meritorio viniendo de un presidente de ERC, al final queda desmentido por la decantación de los hechos; y aunque su hoja de ruta secesionista la tiene de momento pactada con Mas, si la extrema izquierda obtiene en el Parlament un suficiente número de escaños, acabará aliándose con ella y abandonando a los convergentes, porque la pulsión destructiva de la izquierda puede más que cualquier esfuerzo de centralidad, y el partido de Companys y de Carod-Rovira, como ha quedado demostrado en Barcelona, sigue siendo el de Junqueras.
EL MUNDO – 02/05/15 – SALVADOR SOSTRES