Los pactos y las vestales

IGNACIO CAMACHO, ABC – 09/06/15

· El de Ciudadanos constituye un raro caso de partido al que tal vez en el fondo no le gusten sus propios votantes.

Con alguna improbable excepción de última hora –¿Cádiz?–, el Partido Popular perderá el próximo sábado todas las capitales donde la izquierda en conjunto sume mayoría absoluta, y tal vez algunas más en las que Ciudadanos decida pasarse al bloque de desalojo. Ésta es la realidad subyacente en la cháchara de unos pactos en los que sólo se discuten cuotas de poder y cláusulas de garantías mutuas. El resultado final está decidido desde la noche del 24 de mayo y consiste en una coalición contra la derecha allá donde la aritmética permita formarla.

Si el descalabro popular no va a ser mayor se debe a que Albert Rivera sabe de dónde proviene la mayoría de sus votos, aunque algunos de sus dirigentes de vocación socialdemócrata prefieren ignorarlo; en este sentido C’s constituye un raro caso de partido al que acaso en el fondo no le gusten sus propios votantes. A Rivera tampoco le agrada demasiado actuar de tabla de náufrago con una organización a la que acusa de corrupción estructural, pero en los ayuntamientos le queda el recurso de abstenerse para permitir que el automatismo de la ley proclame alcalde al candidato más votado. Sin embargo en las autonomías se va a tener que mojar y a tal efecto anda diseñando compromisos compensatorios para repartir apoyos de un modo que no menoscabe su autoasignado papel de vestal de la limpieza democrática.

En Valencia, donde la corrupción del PP alcanza rasgos paroxísticos, ha tenido la suerte de sacar un resultado insuficiente que le libera de buscar excusas para no salvarlo. Su gran prueba está en la Comunidad de Madrid, con todo su peso simbólico y mediático. Sucede que allí la facturación electoral de C’s se residencia muy principalmente en zonas de sociología conservadora o moderada cuando no constituye un correlato lineal de la sangría de los populares, por lo que propiciar un vuelco en favor de la izquierda puede arruinar gran parte de sus expectativas en las próximas generales.

Rivera, que ha tomado el control de la decisión mediante un golpe de autoridad contra sus cuadros madrileños, debe de andar rezando a los dioses para que el marianismo se trague la purga reformista que le ha recetado. Pero hay asesores muy retorcidos que le sugieren a Rajoy el arriesgado órdago de sacrificar la joya de su corona para desmantelar cualquier competencia en su espectro ideológico. Sería un error descomunal; en su actual declive el Gobierno no tiene capacidad de resistir el bombardeo que le caería encima si pierde su bastión estratégico.

En la amura de babor todo está más claro: juntos y si es menester revueltos para asaltar las instituciones y echar de ellas al adversario. En el centro derecha, en cambio, hay un sector que aún no ha decidido si le merece la pena el poder. Tal vez porque en su virginal y desconfiada naturaleza regeneracionista todavía no esté seguro de cómo y para qué usarlo.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 09/06/15