Los poderes de Podemos

JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 02/05/16

Juan Manuel de Prada
Juan Manuel de Prada

· Siempre ha sido propio de padres desnaturalizados negar los logros de sus hijos.

En los meses previos a las fracasadas elecciones de diciembre fueron muchas las encuestas demoscópicas que auguraron erróneamente un batacazo de Podemos. Y en los meses posteriores a las fracasadas elecciones de diciembre, son también muchos los analistos políticos que auguran un batacazo de Podemos en las elecciones de junio.

Las encuestas demoscópicas y los analistos políticos demuestran desconocer los anhelos de los votantes de Podemos, pues se empeñan en caracterizarlos con los mismos rasgos que a los votantes de los demás partidos, que se guían por criterios cambiantes y acomodaticios, que se dejan influir por la prensa, que a la hora de acudir a las urnas sucumben a los cánticos (desafinados) del «mal menor», del «voto útil», del «voto del miedo» y demás chuminadas.

Pero a los votantes de Podemos las campañas de desprestigio de la prensa ni los inmutan (porque consideran que la prensa está desprestigiada y al servicio del sistema), los intentos patéticos de los socialistas de darles el abrazo del oso sólo les provocan risa (porque consideran que los socialistas son casta corrupta de la peor calaña) y votan sin miedo y sin calculados criterios de utilidad, con la mirada puesta en lo que ellos consideran el bien mayor, que no es otra cosa sino un gobierno de izquierdas en el que Podemos sea la fuerza mayoritaria.

Podemos es un producto sistémico, pero de un modo muy distinto a como lo es, por ejemplo, Ciudadanos, que fue creado a modo de redil para apacentar a los peperos gruñones y a los sociatas aburguesados. Frente a Ciudadanos, que es un producto de laboratorio, creado conscientemente por el sistema para engatusar descontentos, Podemos es un producto indeseado por el sistema, pero también una consecuencia inevitable de sus desmanes, porque toda sociedad que se sacude el yugo suave del Espíritu cae bajo el yugo implacable del Destino.

Las oligarquías que durante décadas han manejado el cotarro pensaron que, para corromper y someter a las generaciones más jóvenes, bastaría con ofrecerles una olimpiada de derechos y libertades en los que pudieran refocilarse, como marranos en la cochiquera, a la vez que les brindaban una educación cada vez más embotadora de sus potencias, a la vez que anestesiaban su curiosidad con entretenimientos viles, a la vez que extirpaban sus inquietudes espirituales y los incitaban a las inmoralidades más sórdidas.

Pensaban nuestras oligarquías que esta juventud envilecida se convertiría luego, una vez incorporada al mundo laboral, en masa gregaria que facilitaría su perpetuación en el mando. Pero falló el trampantojo, porque se hundió la economía; y esa juventud que parecía sometida reaccionó con encono, despecho y rabia. Y como previamente había sido formada en la «libertad del querer» hegeliana (el puro autodeterminarse, sin ningún tipo de límites), ahora esa juventud defraudada quiere vengarse de los que, con razón, considera culpables de su infortunio.

Aunque, por supuesto, sólo los considera culpables de su mala situación material, no del daño mucho más indeleble que han hecho en su espíritu, del que en cambio se enorgullecen. Y este orgullo en el envilecimiento es lo que, a la postre, los convierte en un producto sistémico, que tras los aspavientos del desahogo será fácilmente moldeable, una vez alcance el poder.

Podemos, en fin, ha venido a rematar la tarea que las oligarquías sistémicas se han encargado de realizar durante las últimas décadas. Resulta sorprendente que la demoscopia y los analistos políticos se muestren tan ciegos ante su ascenso imparable; pero siempre ha sido propio de padres desnaturalizados negar los logros de sus hijos.

JUAN MANUEL DE PRADA – ABC – 02/05/16