Comenté el domingo que desde Christine Lagarde hacia abajo, todos los organismos que opinan sobre la coyuntura económica aseguran que la inflación actual es transitoria y que las aguas de los precios se serenarán. Ojalá acierten, pero aquí es muy importante saber cuándo sucederá tal cosa y eso nadie se atreve a decirlo. De momento, la cosa no va bien. Los precios empezaron a subir en marzo de manera tímida y se aceleraron de manera brusca al final del verano. Ayer supimos que en el mes de noviembre han seguido su carrera al alza, aunque esta vez tan ‘solo’ han recorrido dos décimas. Obviamente, es importante conocer cuál será su duración si queremos estimar el tamaño de sus efectos.
De momento hay tensiones en los márgenes por doquier, emparedados entre unos costes que empujan con una fuerza inusitada y unos precios que cuesta un mundo elevar; por culpa, o mejor gracias, a la tremenda competencia de un mundo globalizado. Pero todas las empresas están en ello. Es decir, todas las empresas soportan elevaciones de precios que pretenden trasladar a sus clientes dado que, debido a su tamaño, resulta ilusorio pensar que se vayan a absorber con mejoras de la productividad. Es un proceso que durará meses, pero que es imparable. Lo cual quiere decir que la inflación no ha alcanzado, ni de lejos, el nivel al que puede llegar cuando termine el proceso. Si tiene la tentación de abrigar su optimismo dentro de la inflación subyacente (ya sabe, la que excluye los productos frescos y los combustibles), que tiene un comportamiento más razonable y por ahora se encuentra dentro de los límites del 2% tan querido por el Banco Central Europeo… Pues recuerde por si acaso que, si estos dos componentes son los que más han subido en el pasado, serán los que presionen a los demás en el futuro y terminarán por acusar el golpe y acompañarles en el movimiento. Es solo cuestión de tiempo. Y aún nos quedará, lo siento, el impacto de las subidas en la negociaciones salariales que se presentan tensionadas, por la evidente e importante pérdida de poder adquisitivo de los salarios. Por su parte las pensiones ya se han garantizado un 2,5% para primeros de enero y le apuesto un café a que no será la única subida del 2022.
Para terminar, si quiere, lea las últimas declaraciones de Lagarde. Verá que su opinión vira hacia la preocupación. Ahora dice que la estabilidad de los precios es un indicador crucial, porque «la inflación afecta a la gente». Vaya por Dios, si me lo llega a preguntar antes…