EL CONFIDENCIAL – 22/07/15
· La financiación autonómica tiene dos casos singulares. País Vasco y Navarra, gracias a sus regímenes forales, han logrado que la financiación per cápita se sitúe en 4.000 euros, el doble que en el resto.
Los datos son contundentes. Y reflejan, con nitidez, las enormes diferencias definanciación per cápita que existen entre las comunidades de régimen foral (Navarra y País Vasco) y las de régimen común.
Un par de cifras lo acreditan. Mientras que la financiación per cápita de las comunidades forales asciende, en el País Vasco, a 4.292 euros, y a 3.677 eurosen el caso de Navarra, en las de régimen común se alcanza, como media, los2.049 euros. Es decir, prácticamente la mitad.
La comunidad peor financiada por habitantes es claramente la Comunidad Valenciana, cuyos recursos por ciudadano apenas alcanzan los 1.805 euros. Y a continuación se sitúan Murcia y Andalucía, que no llegan a los 1.900 euros.
Madrid y Cataluña, frente a lo que suele creerse, tienen una financiación per cápita que se sitúa en línea con la media del país. 2.058 euros en el primer caso y 2.020 euros en el segundo. Incluso eliminando el llamado ‘esfuerzo fiscal’ por habitante, su financiación se sitúa en línea con la media del Estado.
La media de financiación por habitante en el conjunto del país se sitúa en 2.049 euros, lo que quiere decir que ninguna de las dos comunidades tiene razones para quejarse de su financiación. El hecho de que aporten más de lo que reciban (sobre todo en el caso de Madrid) tiene que ver con su peso económico, pero posteriormente esas cifras son ajustadas en función de los criterios que marca el vigente modelo de financiación autonómica. De ahí que lo representativo sea la financiación por habitante y no por comunidad autónoma (las célebres balanzas fiscales)
En promedio, casi un 70% de los saldos fiscales regionales se deben simplemente a que en los territorios con mayor renta se pagan más impuestos(el IRPF es progresivo). El otro 30% proviene de los programas de gasto. Y aquí juegan un papel importante la financiación regional, con un peso cercano al 15%, las ayudas regionales y las subvenciones a ciertos sectores productivos, especialmente la agricultura. Estos ajustes son, en definitiva, los que reequilibran las cifras brutas, que dan un resultado distorsionado sí sólo se observa lo que aporta y lo que ingresa una comunidad. O expresado en otros términos, los desequilibrios no tienen que ver con el modelo, sino con las diferencias de renta.
Una radiografía del territorio
Los datos aparecen en la última versión de la cuentas públicas territorializadas que elabora el Ministerio de Hacienda, y son especialmente rigurosas debido a que se hacen teniendo en cuenta las competencias de forma homogénea y el esfuerzo fiscal, lo que permite dibujar un radiografía real de cómo funciona el sistema de financiación.
La importancia de la financiación es determinante a la hora de estimar la capacidad económica de cada región. Y como pone de relieve el informe de Hacienda, los recursos asignados a la financiación de las competencias comunes a todas las comunidades autónomas, calculados a igual esfuerzo fiscal, ascendieron a 103.000 millones de euros en 2012, lo que supuso un 57% del gasto territorializable en sentido estricto y un 25,5% del gasto total.
El informe reconoce que lo más llamativo son las “enormes diferencias” que existen entre las comunidades forales y el resto. Lógicamente, esto tiene que ver con que tanto el País Vasco como Navarra ingresan en primera instancia el 100% de los impuestos concertados.
Ahora bien, de ese 100% hay que restar ciertas transferencias a la Hacienda Central que en otras regiones no existen (básicamente, el cupo y la aportaciónnavarra, así como el coste de una larga serie de competencias que el resto de las comunidades no ha asumido o se financia con transferencias estatales específicas. Aun así, sostiene el informe, la financiación per cápita de las comunidades forales a competencias homogéneas e igual esfuerzo fiscal es, como se ha dicho, aproximadamente el doble de la que perciben las comunidades de régimen común.
El resultado del modelo foral se traduce en que también la presión fiscal en las comunidades forales es sensiblemente más baja, toda vez que a diferencia de las de régimen común, muestran un “sobreesfuerzo fiscal” negativo muy considerable (-576 euros en el caso del País Vasco). Aunque tales rebajas fiscales reducen la financiación observada de las regiones forales, asegura Hacienda, ésta sigue estando en torno a un 75% por encima de la media de las regiones de régimen común.
EL CONFIDENCIAL – 22/07/15