Aunque el escenario es distinto y son miles los ciudadanos que acostumbran a cambiar el sentido de su voto en función del ámbito electoral en cuestión, una traslación de los resultados del domingo a unos comicios autonómicos muestra el nivel del descalabro del PSE, que ahora lidera el Gobierno.
Los socialistas verían reducidos a 13 sus 25 parlamentarios actuales y ningún pacto les permitiría conservar el Ejecutivo. Si acaso, podrían ejercer de socio para favorecer un Gabinete nacionalista, en detrimento de Bildu. Los poco más de 177.000 votos contabilizados anteayer por el PSE, un 16,3% de los emitidos, le restarían presencia en los tres territorios y lo relegarían al tercer puesto del escalafón autonómico, con los mismos parlamentarios del PP, que mantendría intacta su representación actual gracias a su fortaleza en Álava. De hecho, los populares sacan prácticamente los mismos votos (menos de 147.000) que obtuvieron hace dos años. Ambas formaciones quedarían así muy lejos de poder reeditar la mayoría de Gobierno que hace dos años facilitó el relevo del PNV en Ajuria Enea, después de tres décadas de Ejecutivos nacionalistas.
La formación que encabeza Iñigo Urkullu saldría también perjudicada, aunque más por la irrupción de Bildu en el escenario que por un castigo a sus siglas en las urnas. La pérdida de más de 60.000 sufragios con respecto a las autonómicas de hace dos años reduciría su representación al 30%, ocho puntos menos que en la cita de 2009, y a 24 su número de escaños en el Parlamento, seis menos de los que tiene en la actualidad. Aun así, conservaría su hegemonía, si bien con un escaso margen de ventaja sobre Bildu, por lo que tendría que buscar acuerdos para regresar a Ajuria Enea. Necesitaría de socialistas o populares y ni siquiera con el apoyo de unos u otros alcanzaría la mayoría absoluta, pero sí la suficiente para gestionar el Ejecutivo con comodidad. Le bastaría con acuerdos puntuales en materias estratégicas o con tener a la oposición dividida, para que no pudiera actuar en bloque.
Aunque el resultado del domingo tampoco se puede interpretar como la fotografía real de la sociedad vasca, por la recesión económica que ha desgastado a los socialistas y la polémica en torno a Bildu, lo cierto es que la coalición abertzale se convertiría en segunda fuerza si se trasladan sus resultados a las autonómicas. Absorbería el voto soberanista y desembarcaría en la Cámara de Vitoria con 22 escaños, una suma que nunca han alcanzado las fuerzas independentistas. Lo tendría difícil para llegar más allá, dado que aspira a arrebatar la supremacía al PNV, por lo que no encaja un pacto en su estrategia, y PSE y PP también le han cerrado las puertas a un posible acuerdo.
Debido al ascenso de Bildu, Aralar se quedaría con un único parlamentario, por Guipúzcoa. EB, por su parte, doblaría su representación actual en la Cámara de Vitoria y llegaría a dos. Ambas formaciones compartirían el Grupo Mixto, mientras que UPyD perdería el único parlamentario que ahora tiene.
EL PAÍS, 24/5/2011