LOS VASCOS DE ESPAÑA, AL BORDE DE LA PAZ

Ahora Eta no está matando porque no quiere”, razona Martxelo Otamendi. “Saben que no pueden ganar, pero pueden poner bombas y no lo están haciendo”, dice, lo que sugiere que la nueva estrategia política está lejos de ser aceptada por los militantes.

La noticia original


En Bilbao no existen signos obvios del conflicto vasco, no hay eslóganes separatistas en las paredes, no hay fotografías de presos.

Las orillas del río en el exterior del brillante acero del Museo Guggeneheim están llenas de familias, deportistas y turistas disfrutando del sol.

Y ahora hay más indicios de que, después de más de cuatro décadas de violencia, esta paz podría convertirse en permanente.

En España han transcurrido 19 meses desde el último asesinato selectivo de los militantes separatistas; cuatro meses desde que los empresarios locales informaran de alguna extorsión; y en enero de este año, el grupo separatista vasco Eta, hizo público un video anunciando un alto el fuego.

Todo esto sucedió antes. Lo que es nuevo es la declaración del ala política de Eta rechazando el uso de la violencia y condenando cualquier atentado futuro.

“La decisión es una elección histórica e inequívoca del camino democrático y político, y no hay vuelta atrás” dijo Rufino Etxeberria a la BBC.

Él es un antiguo líder de Batasuna, el ala política de Eta, que fue prohibida en 2003 por el máximo tribunal de España.

Los separatistas han creado un nuevo partido llamado Sortu que quieren registrar a tiempo para participar en las elecciones locales de esta primavera.

“No creemos que la estrategia para lograr la independencia pueda ser compatible en el futuro con la lucha armada”, explicó Etxeberría.

Es un radicalmente nuevo lenguaje para un conocido halcón de este conflicto. Pero incluso si los tribunales rechazan legalizar Sortu, Extxeberría insiste que este giro de 180 grados en el pensamiento es irreversible.

¿PUNTO DE INFLEXIÓN?

Tales afirmaciones han sido recibidas con un profundo escepticismo en España. Unas 850 personas han sido asesinadas por Eta desde que comenzó a luchar por una estado vasco independiente.

Y mientras los seguidores de Sortu se han comprometido a denunciar en el futuro cualquier tipo de violencia, no han pedido a Eta que se disuelva o que se desarme. Aún así, en el País Vasco muchos sienten un punto de inflexión del conflicto.
“Creo que (el ala política) está trabajando muy cerca (para poner fin) de Eta”, dice Martxelo Otamendi, director de Berria – el único periódico publicado íntegramente en la lengua vasca. Pero advierte que eso no ocurrirá de la noche a la mañana. “No estamos en un proceso de negociación. No se ofrece nada” señala.
“Todo lo que puedes decir (a Eta) es: ‘No creáis que sois los salvadores del país. Es responsabilidad de los ciudadanos decidir el futuro’. Pero cuesta tiempo convencerles” cree Otamendi que en el pasado entrevistó a miembros de Eta.

UN PASO DEMASIADO LEJANO

La posibilidad de cualquier negociación formal con el gobierno desapareció en 2006 cuando Eta hizo explotar una bomba en el aeropuerto de Madrid.

Rufino Etxeberria participó en las conversaciones y tanto entonces como ahora reconoce que la estrategia “maximalista” de los separatistas fue un error. A pesar de lograr importantes concesiones, dice que les empujaron a lograr más y las conversaciones se rompieron.

Cuatro años más tarde, cerca de 600 seguidores de Eta están en prisión, muchos importantes militantes han sido detenidos – gracias a la fuerte coordinación con Francia – y el ala política de Eta sigue prohibida.

“Ahora tú ves carteles pidiendo la legalización de Sortu y tienes que pensar que es un triste final para 40 años de violencia” reflexiona Ramón Etxezarreta, un político local del Partido Socialista. “¿Tenía que morir tanta gente para esto?”

NUEVA ESTRATEGIA

Los partidarios de Sortu están interesados en presentar su nuevo enfoque como una estrategia de aproximación – un proceso que están controlando ellos mismos.

“Esto no es el resultado de la debilidad”, insiste Etxeberria, recalcando que el rechazo de la violencia es el resultado de un largo debate interno.

Ahora, con Sortu el objetivo es unir las fuerzas nacionalistas en un importante impulso político para la independencia.

“Con la violencia no consiguieron lo que querían porque la sociedad vasca dijo no y finalmente han entendido esto” afirma Ramón Etxezarreta, quien cree que la violencia estaba empañando el principio de la independencia.

Otros sugieren que Sortu nunca se pondría de acuerdo para condenar futuros atentados, a menos que estuviera seguro de que esos días ya habían pasado.

“Ahora Eta no está matando porque no quiere” razona Martxelo Otamendi. “Saben que no pueden ganar, pero pueden poner bombas y no lo están haciendo” dice, lo que sugiere que la nueva estrategia política está lejos de ser aceptada por los militantes.

‘CREAMOS UN MONSTRUO’

Hay algunas señales de que el gobierno está de acuerdo. Los guardaespaldas pagados por el estado fueron retirados discretamente a aquellos que se consideraban de bajo riesgo; hay una iniciativa para que vuelvan los amenazados por Eta que abandonaron forzosamente el País Vasco; y la semana pasada, el ministro del Interior dijo que creía que el último alto el fuego de ETA era “definitivo”.

En Bilbao, Joseba Marcaida sigue siendo cauteloso. Como muchos hombres vascos de su edad, colaboró con Eta en los 70 en lo que entonces era una lucha contra la dictadura del general Franco.

Para Marcaida, la lucha terminó cuando España se convirtió en una democracia y el País Vasco consiguió un gran nivel de autonomía. Para otros, ha durado mucho más tiempo.

“Creamos un monstruo que no pudimos parar” reflexiona en las orillas de la ría de Bilbao con dos guardaespaldas rondando cerca.

Considerado por ETA como traidor, su casa ha sido incendiada cuatro veces y ha sufrido otras muchas amenazas – así que se muestra prudente a la hora celebrar. Cree que “todo esto sucede a causa de las circunstancias”, no por convicción.

“No sabemos cuántos militantes hay todavía. Todo lo que sabemos es que Eta todavía existe, así que tenemos que guardarnos las espaldas. Pero antes ha habido seis intentos de parar la violencia, y ahora, creemos que esta es la definitiva. Tenemos esperanza”.

Sarah Rainsford, BBC News, 23/2/2011