Luces y sombras de tres años de cambio político

EL CORREO, 8/5/12

La crisis económica ha dado la puntilla a un acuerdo concebido en 2009 para defender la paz y la libertad

Los dos partidos unieron sus fuerzas para deslegitimar el terrorismo

La economía, y no el terrorismo, ha dado la puntilla al pacto PSE-PP. El debate sobre la oportunidad de meter la tijera en los servicios públicos ha acabado por enredar la relación de los socios hasta dar una punzada mortal al corazón de su acuerdo. Los populares consideran «inasumible» el desafío emprendido por el Gobierno de López de recurrir ante el Tribunal Constitucional las reformas anunciadas por Rajoy en Educación y Sanidad. Esa es la gota que ha colmado el vaso de sus discrepancias, que han sido muchas en estos tres años, a pesar de que la cuestión económica no formaba parte del texto original de la alianza bautizada como las bases para el cambio democrático.

CLAVES DEL PACTO
Objetivo. «Por encima de nuestras diferencias, debemos arrimar el hombro para hacer frente a la crisis económica, acabar con el terrorismo y construir un futuro de convivencia en paz y libertad».
Sobre López. «Salvo incumplimiento del presente acuerdo, constatado en la comisión de seguimiento, el PP se compromete a no apoyar ni presentar ninguna moción de censura».

El pacto entre socialistas y populares provocó en 2009 el cambio político, término con el que explican la salida del PNV de Ajuria Enea en un Parlamento vasco sin representación de la izquierda abertzale, ilegalizada por su connivencia con ETA. El acuerdo fue concebido como una apuesta de largo alcance por la deslegitimación del terrorismo, en un momento en el que la banda seguía en activo y la antigua Batasuna no acaba de desprenderse de la estrategia de la violencia.

La organización terrorista saludó la investidura de López, apoyado por Basagoiti, con el asesinato del inspector de Policía Eduardo Puelles. Al término de la multitudinaria protesta junto al Ayuntamiento bilbaíno, el lehendakari pronunció un discurso que marcó las líneas en la lucha antiterrorista y la puesta en marcha de una política de tolerancia cero con los violentos. «Se acabó la impunidad y la arrogancia con capucha», clamó desde las escalinatas. La declaración fue aplaudida por el PP.

El papel de Eguiguren

Una de las claves del pacto era precisamente la búsqueda de «la paz, la convivencia y el pluralismo político». En defensa de las libertades, se apostaba por «la aplicación de la legalidad y de todos los instrumentos del Estado de Derecho para combatir a ETA». Por eso Basagoiti decía que el acuerdo no había que analizarlo con los parámetros habituales de izquierda-derecha, nacionalistas-no nacionalistas.

Se trataba de compartir gestión entre antiguos compañeros «de trinchera», en palabras del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, uno de los adalides del pacto y, a medida que avanzaba la legislatura, de sus principales detractores. Su papel en este cambio político ha sido singular. Defensor de que el PNV pasara a la oposición para afrontar su particular «Concilio Vaticano II», Eguiguren dio en público su respaldo al pacto con dos gestos simbólicos. Fue a saludar en la calle, en la puerta de la sede de su partido, a la delegación del PP con la que se negociaba el pacto. Una vez consumado, estampó su firma en el texto oficial un 1 de abril de 2009. Eguiguren estuvo el domingo en la sede de los socialistas franceses en París, festejando la victoria François Hollande.

El acuerdo ha tenido sus luces y sombras en este tiempo. El PNV ha censurado la «inacción» de los socios a la hora de impulsar medidas concretas en favor del progreso de Euskadi. El pacto está desglosado en apartados sectoriales, cuyo desarrollo ha sido desigual. En política lingüística se apostó por el trilingüismo y por evitar eventuales imposiciones con el euskera. En Sanidad, por el refuerzo del personal. En infraestructuras, por el TAV. Fue polémica la iniciativa de reformar EiTB para «garantizar una línea editorial que respete nuestro marco institucional desde la pluralidad». Los partidos terminaron por llevar su pugna a la televisión pública vasca.

La consejería de Interior decidió trasladar a las calles la cruzada para deslegitimar el terrorismo, en una iniciativa que llevó a la Ertzaintza a retirar carteles y propaganda de ETA en los municipios y zonas controladas por la antigua Batasuna. La entrada de los agentes en el recinto de las fiestas de Bilbao concluyó con el cierre de dos txosnas.

Paradójicamente, el pacto comenzó a reflejar su decadencia a raíz del cese definitivo del terrorismo anunciado por la banda el 20 de octubre. Todo un hito para el primer Gobierno constitucionalista del País Vasco, que ha visto la paz con un lehendakari del PSE, indican los socialistas en sus análisis. Según Eguiguren, su partido perdió la oportunidad de liderar la pacificación, frenado por el PP. El posterior escenario abierto por el final de la violencia ha provocado notables encontronazos entre los socios, aunque la puntilla ha venido dada por sus distintas hojas de ruta para gestionar la economía, un factor externo al pacto. Sólo una voz discordante en el PP defendió ayer el mantenimiento del acuerdo: el alcalde de Vitoria, Javier Maroto.

EL CORREO, 8/5/12