IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

  • El BCE, como el presidente español, se concentra en los efectos de los problemas en vez de en arreglar sus causas

Perdone que abuse de su confianza y le proponga un titular que, en realidad, solo pretende captar su atención. Si está leyendo el comentario, lo he conseguido. Por Luis me refiero -de manera un tanto abusiva- a Luis de Guindos, el vicepresidente del BCE. Y por Pedro, al inmerecido presidente que nos (des)gobierna con tanta eficacia. Con la analogía, pretendo describir una manera de gobernar que practica nuestro presidente con inagotable fruición y que el BCE empieza a considerar. Es esa manía de concentrarse en atacar los efectos de los problemas, en lugar de dedicarse a intentar arreglar las causas que los provocan. En seguida se lo cuento.

Sabe usted bien que la política monetaria elegida desde hace años para luchar contra los efectos de las crisis encadenadas que hemos padecido -pandemia primero e invasión después-, ha consistido en mantener los tipos de interés en niveles ridículos, algunos incluso en negativo, aprovechando la ausencia casi total de inflación, y en proporcionar océanos de liquidez al sistema, para que los Estados pudiesen emitir deuda sin medida y acometer todo el gasto social, en especial el sanitario pero no solo, que los ciudadanos reclamaban. Una práctica que ha durado demasiado y ha tenido una intensidad excesiva, lo que ha terminado por alimentar una inflación descontrolada que se inició con la energía y la mala adecuación entre una oferta insuficiente y distorsionada y una demanda creciente, pero poco ordenada.

Cuando los precios empezaron a subir, a mediados del pasado año, todos pensaron que iba a ser un episodio puntual y efímero. Ahora todos sospechan y temen que sea más intenso y duradero que nuestros deseos y conveniencias. Perdone la inmodestia, pero los que seguimos de cerca la evolución de los precios industriales, siempre temimos que las relevantes y muy generales subidas que se observaban terminarían por trasladarse a los precios finales. Desgraciadamente, ha sucedido así.

Apostaría a que el Eurobanco permitirá el endeudamiento que los políticos propician

La presión de los precios y el ejemplo de la FED norteamericana han obligado al BCE europeo a anunciar subidas de los tipos, la primera inmediata, la segunda a la vuelta del verano, la tercera…. ya veremos. Y también a retirar el programa de compras de activos. Lo primero encarecerá la financiación en todos sus niveles y lo segundo provocará distorsiones en los mercados financieros, ya que los Estados se quedan sin su principal y más generoso comprador. Lo cual les obligará a salir a los mercados en busca de alternativas.

Unas alternativas que no serán tan comprensivas con sus muchas debilidades presupuestarias. De ahí que se empiece a hablar en Fráncfort de establecer alguna forma de ayudas, en forma de mantenimiento del mecanismo de compras, para apoyar a aquellos países que necesiten ofrecer rentabilidades inasumibles a sus emisiones. Revisen con atención la evolución de la prima de riesgo. Ahí aflora el problema.

Ahora, le justifico el título. Si los países se han endeudado en exceso y han gastado mucho más de lo que han ingresado, quizás fuese sensato abandonar dicha práctica y adelantar el Plan de Consolidación fiscal de sus cuentas públicas. ¿Por qué? Porque esa es la causa. Insistir en los efectos y darles nuevas facilidades para endeudarse provocará… nuevos endeudamientos.

Los políticos resisten muy mal la presión del gasto y no se atreven a incrementar el ingreso por el peligro de que los impuestos fastidien el crecimiento. Por eso se lanzan decididos e insensibles al endeudamiento. ¿Lo permitirá el BCE? Apostaría a que sí. Al final, muchos de ellos vienen de la política y no pocos quieren volver a ella, aunque lo nieguen. Repasen los currículos…