Hoy contamos con el protagonismo estelar de un colega, dicho sea con el mayor de los respetos y sin ánimo de presumir. Tanto que da para monográfico. Digamos que hablo de Luis Mª Anson, que ayer, en su ‘Canela Fina’ de La Razón hacía un retrato impresionante de José Luis Ábalos. Me vas a permitir que haga un repaso calificativo de la columna.
Llama a nuestro héroe: socialista serio, constructivo, tenaz, leal, inteligente, capaz, trabajador, activo indiscutible del PSOE, el éxito le ha acompañado por méritos y eficacia. Ha sido, en fin, el mejor ministro del Gobierno de Sánchez. Pero lo que más me llamó la atención fue el corolario que remataba el panegírico: Negarle capacidad seriedad y acierto es ofender la objetividad.
Esto de la objetividad debe de ser una preocupación fundamental para el académico y la reparte con prodigalidad entre la clase política.
Otra Canela Fina el 13 de octubre de 2009 explicaba la audiencia de Obama a José Luis Rodríguez Zapatero: “perdería yo el sentido de la objetividad si no reconociera el éxito internacional que para Zapatero y Moratinos supone la audiencia de hoy”.
En 2010 escribía en El Mundo: “No reconocer el acierto de Zapatero en el nombramiento de Pere Navarro como director general de Tráfico, sería pura cicatería, perder el sentido de la objetividad”.
En 2015 escribía en ‘El Imparcial’: “sería perder el sentido de la objetividad si no se reconoce la excelente gestión que ha hecho Mariano Rajoy en los últimos días”.
No se detiene ante nada. Ya en junio de 2021 saludaba el nombramiento de la Niña de la Curva como ministra 2030, a la que calificó de inteligente, buena persona y razonadora: “De Ione Belarra se puede discrepar, pero negar la calidad intelectual y humana de ella significaría perder el sentido de la objetividad. Es una mujer muy inteligente y razonadora que no necesita de cuotas. Paso a la mujer que se abre paso”. Y luego añade: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”, escribió Juana Inés de la Cruz. ”
Nunca se habían magreado tan indignamente unos versos de Sor Juana Inés. Ella criticaba a los hombres por requerir sexualmente a las mujeres para llamarlas estrechas si se negaban y acusarlas de fletes cuando cedían a sus exigencias, pero no se ve relación alguna con Ione Belarra. Lean el poema entero, pero esto no revela ignorancia: es manipulación.
En La Sexta Noche Anson dijo que “Pablo Iglesias habría entendido muy bien la política de Don Juan de Borbón, al tiempo que rechazaba el escrache del que ha sido víctima Pablo Iglesias durante la presentación de su último libro. Otra cosa sería perder el sentido de la liberalidad y de la objetividad”. Por cierto, hoy se cumplen 32 años de la caída del muro de Berlín, lo que este portento de Pablo Iglesias calificó de “una mala noticia para todo el mundo”. Y esta noche se cumplen 83 años de la noche de los cristales rotos.
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y otra por fácil culpáis.
¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?
Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejáos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.