Macrosondeo El Mundo-Sigma Dos

EL MUNDO 03/01/14

Rajoy decepciona al 55% de los suyos

· Un 68,4% de los españoles dice que le ha fallado y un 46% reclama un adelanto electoral

Los españoles están cansados, de la crisis y de las dos grandes opciones políticas. Ni PP ni PSOE convencen a la mayoría. En las actuales circunstancias, un abrumador 68,4% (un 54,7% de los que le votaron) se siente decepcionado con Mariano Rajoy como presidente. Esperaban más y lo hecho por su Gobierno no les convence. Apenas otorgan a su gestión una nota de 3,3. Por eso, cuando se les pide opinión, y pese a que sólo han transcurrido dos años de legislatura, un 46% asegura ser partidario de que se convoquen elecciones anticipadas y, con la vista puesta en unos comicios, al 54% le gustaría que surgieran nuevos partidos con posibilidades de gobernar.
De la encuesta realizada por Sigma Dos para EL MUNDO se desprende una primera conclusión: a estas alturas a la mayoría de los votantes, casi la mitad, no les bastaría con que Rajoy cambiara a los ministros –a lo que por cierto se muestra muy renuente–, y empezara a gobernar de otra manera. Y menos aún que el PP lo cocinara todo y eligiera de entre sus filas un nuevo inquilino para La Moncloa.
No. Los tiros van en otra dirección: la llamada a las urnas de forma anticipada. Así lo expresa un 46% de los españoles, frente a un 17,7% que prefiere continuar como hasta ahora y un 26% que se conformaría con una crisis de Gobierno.
Y entre los que desearían comicios ya, destacan los votantes más jóvenes. Entre 18 y 29 años, seis de cada 10 apuesta por esta salida. Parece claro que es la franja de población más hastiada, la que ve menos opciones de futuro ante sí y reclama una catarsis.
La petición de elecciones se va moderando a medida que aumentan los años del votante, pero aún así es la opción preferida en todas las franjas de edad.
Desde luego, apuestan por ella de forma decidida quienes aseguran haber votado al PSOE (58,1%), y más aún los que se dicen electores de Izquierda Unida (80,7%). Quienes apostaron por UPyD se sitúan en la media global reclamando urnas el 46,6%. Sólo los del PP rechazan esta opción como la más conveniente –la elige sólo el 18,3%–, y prefieren inclinarse por la continuidad (37,5%) o por el cambio de Gobierno (33%).
Y ya puestos en la perspectiva de comicios, surge la sopresa. Los españoles quieren aire fresco y ello quiere decir el surgimiento de nuevas formaciones con capacidad de gobernar. Así lo manifiesta un 54% de los encuestados. La alternancia PP-PSOE no ilusiona y ello se ha venido fraguando en los dos últimos años, tal y como dejaban vislumbrar los sucesivos sondeos.
La posibilidad de que en los próximos comicios generales se mantengan los actuales líderes, es decir, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, sólo satisface a un 6,8% de los votantes.
En el PP esta opción gusta al 15,4%, frente al 43% que preferiría un cambio en los liderazgos. Entre los votantes del PSOE, sin embargo, prácticamente nadie (1,2%)elige la continuidad; un 44,8% quiere cambio de caras –se supone que empezando por la primera figura de su propio partido–, y un 51,8% cree que lo más oportuno sería el ascenso de otras formaciones que pudieran formar Gobierno.
Los populares ganaron las elecciones de 2011 con una arrolladora mayoría. La pulsión de cambio era evidente y el PP ofrecía mucho. Enseguida llegó la desilusión porque lo prometido quedó de inmediato en la cuneta. Ahora, dos años después, la sensación que transmiten los españoles es la de decepción. Desecharon lo que no les gustaba, pero el recambio ha dejado mucho que desear.
Así lo manifiestan sin género de dudas. Un 68,4% afirma que Rajoy es peor gobernante de lo que esperaba y lo que es más llamativo, esta opinión la comparte un 54,7% de los votantes del PP. El rechazo hacia el presidente del Gobierno se eleva al 81,5% cuando quienes se pronuncian son los electores del PSOE; al 73,2% si lo hacen los de Izquierda Unida y al 67,6% en el caso de los de UPyD.
La nota media que se le otorga a su política es muy deficiente: un 3,3. Únicamente la aprueban con un 5 los votantes del PP. Y cuando se repasan una por una las áreas de gestión, el panorama se oscurece aún más.
Sólo la política exterior, el terreno que gestiona José Manuel García Margallo, supera el 3. Todo lo demás queda por debajo de este listón y ninguna ley aprobada supera el 2,5. La reforma eléctrica es el área que peor nota recibe, incluso entre los votantes populares. A todas luces juega claramente en su contra el último susto de la subasta Cesur que ha puesto en evidencia un sistema de composición de precios de la electricidad parcheado y lastrado por las subvenciones y los impuestos.
Los impuestos, la nueva ley del Poder Judicial, la lucha contra la corrupción y la reforma de la ley del aborto le van a la zaga. Ésta última, la más reciente, recibe pésimas valoraciones de los votantes jóvenes situados entre los 18 y los 44 años, precisamente los que más afectados se ven por ella. Ni siquiera los electores populares aprueban la gestión del Gobierno en estos campos.
La política contra el paro, la lucha contra ETA y las excarcelaciones, la respuesta al separatismo catalán y la reforma financiera consiguen mejor calificación, como si los votantes reconocieran que en estos terrenos el Gobierno demuestra más firmeza y dedicación. Aún así ninguno de ellos alcanza el tres, excepto para los electores populares. Cataluña y ETA son cuestiones que merecen algo más de aprobación por parte de los votantes socialistas demostrando de esta forma que, en estas cuestiones, el acuerdo entre PP y PSOE es mayor.

Los votantes de UPyD piden un pacto con Rivera

· El 46,2% apoya que el partido vaya en coalición con Ciutadans en las generales

UPyD aprobó en su último congreso presentarse a las próximas elecciones generales con el mismo programa y las mismas siglas en toda España. Nada de acuerdos con otros partidos, pese a la petición explícita de algunos militantes de una colaboración activa con Ciutadans. Las enmiendas con esta propuesta fueron ampliamente rechazadas. La encuesta de Sigma Dos para el MUNDO añade ahora nuevos elementos a este debate. El 46,2% de los votantes de UPyD sí es partidario de una coalición con la formación de Albert Rivera que, desde Cataluña, ha iniciado un proceso de expansión por toda España.
Su pronunciamiento es muy singular ya que a la pregunta sobre un acuerdo electoral entre UPyD y Ciutadans, el 49,9% de los entrevistados se muestra en contra. Sólo el 28% se revela a favor mientras que el 22% no sabe o no contesta. Pero, entre los favorables al proyecto, casi la mitad –el 46,2%– votaron a UPyD. No existe un respaldo tan nítido por parte de los partidarios de otros partidos, mucho más fríos con la idea. La coalición entre las dos formaciones que han hecho bandera de una nueva política obtiene el rechazo frontal del 56,9% de quienes votan al PP, el 57,5% de los acólitos de IU y del 49,5% de los seguidores socialistas.
Sin embargo, sí que cosecha una notable simpatía la posibilidad de que Ciutadans se presente a nivel nacional. El 43,5% de los encuestados secunda esta opción frente al 39,2% que la desdeña. El nivel de aplauso a que una formación como Ciutadans irrumpa en la política nacional es muy homogéneo. El 54,1% de los votantes de UPyD lo sustenta, pero también el 52,6% de los del PP y el 42,3% de los de IU. En los tres casos provoca más aceptación que rechazo. Sólo se rompe esta regla con el PSOE. El 44,9% de quienes apuestan por estas siglas no quiere a Ciutadans en el Congreso de los Diputados. El 36,3% sí lo ve con buenos ojos.
Los datos ofrecen varias reflexiones. Es muy significativo el aval que parte del cuerpo electoral de UPyD otorga a la coalición con Ciutadans, a pesar del poco entusiasmo que provoca en la dirección. Aunque con una germinación y una evolución distinta, no se puede olvidar que UPyD y Ciutadans compiten en estos momentos por un electorado parecido, desengañado con la política de los grandes partidos. En el desencanto con PP y PSOE, con su discutible respuesta a muchos de los cambios que reclama la sociedad actual, radica el caladero de votos de Rosa Díez y de Albert Rivera. Ambos además han contribuido personalmente a la revalorización que sufren sus formaciones. Ella, en primer lugar, y él, en segundo, encabezan la lista de Sigma Dos de políticos más valorados.
Esta coincidencia y el hecho de dirigirse a un público similar podría explicar la negativa de la dirección de UPyD a coaligarse con Rivera. La coalición se antoja una quimera. Las expectativas electorales de UPyD son cada vez más altas. El 51,3% de los entrevistados en la encuesta defienden que tenga más peso en el Parlamento en los próximos comicios y el partido no para de crecer, ganando simpatías en todos los ámbitos. Quienes en las últimas elecciones metieron en la urna su papeleta a favor de PP (47,7%), PSOE (57,4%) y IU (51,5%) –todos, hasta los últimos, potenciales votantes– son favorables a una mayor presencia de UPyD en el Congreso.
La misma circunstancia se espera que suceda con IU, aunque los matices son distintos. Al 54% de los encuestados les gustaría que el partido de Cayo Lara tuviera una mayor proyección. Pero, a diferencia de los que pasa con UPyD, este es más heterogéneo. El 70,2% de quienes votaron al PP no está de acuerdo. Pero sí el 76,5% de los del PSOE y el 49,4% de los de UPyD. Es muy significativa la gran simpatía que IU (con un porcentaje de voto estimado del 14,7% frente al 24,4% del PSOE) despierta en las filas socialistas. La poscoalición entre ambos es algo de lo que se habla sin tapujos en ambos partidos como único antídoto para impedir que el PP (33,3%, según Sigma Dos) vuelva a gobernar.

Menos de un tercio de los votantes del PP quiere cambiar la Ley del Aborto

· Más de ocho de cada 10 jóvenes españoles están en contra de derogar el sistema de plazos

La vigente Ley del Aborto, aprobada durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, disfruta de un amplio consenso entre ciudadanos de todas las opciones políticas, a tenor de las cifras del sondeo de Sigma Dos para EL MUNDO, que constatan que, aparentemente, se trataría éste de un debate social ya superado: casi las tres cuartas partes de los encuestados –el 73,3%– quiere que se mantenga el actual sistema de plazos, que despenaliza la interrupción voluntaria del embarazo durante las 14 primeras semanas, y apenas un escuálido 16,6% –uno de cada seis– aprobaría el regreso al sistema de indicaciones que propone el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón.
Si, como era previsible, los porcentajes son especialmente contundentes entre votantes de izquierdas –también entre los de UPyD–, de la encuesta resulta asimismo que existe una clara mayoría de electores del PP que está en contra de la reforma. Menos de un tercio –el 31,5%– de quienes confiaron en Rajoy está satisfecho con el proyecto, mientras que un 52,9% lo rechaza. Esto es: incluso en el centroderecha hay más de 20 puntos de diferencia a favor de que no se modifique la regulación.
Los datos se completan con la evidencia de que las nuevas generaciones observan la controversia como anacrónica: ya entre los mayores de 65, educados en los valores de la escuela franquista, hay un amplio 57,9% contrario a cambiar la norma, pero el porcentaje crece hasta un abrumador 84,3% cuando se pregunta a los jóvenes de entre 18 y 29.
Los resultados sugieren un posible error de cálculo del PP a la hora de escoger una estrategia política que parece pasar por dar impulso a una polémica de pretendido calado ideológico para evitar la desmovilización de su electorado más a la derecha, al que se supone descontento hacia muchas decisiones de Rajoy.
La reforma que propone Gallardón y que el presidente del Gobierno ha elogiado como «equilibrada» es más restrictiva que la Ley del Aborto de 1985, la primera aprobada en España, principalmente porque reduce a dos los tres supuestos en los que aquella despenalizaba la interrupción voluntaria del embarazo –deja fuera de su ámbito de protección los casos de graves malformaciones del feto– y cuya legalidad fue respaldada por unanimidad del Constitucional al resolver un recurso de Alianza Popular elaborado por el padre del actual ministro de Justicia.
La iniciativa ha provocado tensiones dentro del propio partido, que aunque probablemente las daba por descontadas, quizá no que se manifestasen con tanta intensidad. El PP ha respondido a esas críticas internas con el argumento de que la reforma estaba prevista en su programa electoral, que sin embargo se limitaba a afirmar la siguiente generalidad: «Cambiaremos el modelo de la actual regulación sobre el aborto para reforzar la protección del derecho a la vida, así como de las menores», sin más precisiones.