EL MUNDO – 18/05/15
· El chavismo censura la publicación de los datos económicos del país, que cerrará el año con una caída del 7,5% del PIB Los precios suben un 50% en cuatro meses, según analistas independientes.
Primero fue el «sacudón» en 2014 y luego vino el «revolcón» del Primero de Mayo. Entre un eufemismo y otro, varios amagos de Nicolás Maduro prometiendo medidas en busca de un vuelco económico. Medidas que nunca llegan, pese al «colapso que vemos día a día», asegura Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.
El Gobierno bolivariano, a juicio de economistas, analistas y opositores, sigue sin tomar ninguna medida para paliar la voraz crisis económica que golpea Venezuela. Hoy simplemente espera el repunte del precio del petróleo: el barril local ha subido a 57 dólares cuando en abril marcaba los 50. «Nuestro interés es volver a los 100 dólares por barril a medio plazo», reconoció el mandatario durante su encuentro en Caracas con el emir de Qatar.
Muchas declaraciones y pocas iniciativas. Tanto es así que la principal medida tomada hasta el momento no es otra que el oscurantismo: el Banco Central de Venezuela (BCV) no facilita datos económicos desde hace meses. «No publicarlos es absurdo e ilegal», enfatiza Luis Vicente León, presidente de Datanalisis. Una directiva del propio BCV obliga a hacer públicas las estadísticas macroeconómicas cada mes, pero son tan negativas que el Gobierno prefiere silenciarlas.
Lo cierto es que el sol económico venezolano no se puede tapar con un dedo, ni siquiera con las dos manos. El Instituto de Finanzas Internacionales calcula que Venezuela cerrará el año con una caída del 7,5% de su economía y con una inflación del 175%. Parecen cifras apocalípticas, imposibles para un país que posee las mayores reservas petroleras del planeta y que vende su revolución «bonita» como la principal alternativa al capitalismo.
No lo son. Las previsiones del Fondo Monetario Internacional no son mejores: un crecimiento del -7% en 2015 y del -4,5% en 2016. Un desplome económico de tal calibre que, sumado al estancamiento brasileño, repercutirá directamente en el «crecimiento mediocre» del 0,9% de este año en la región.
La firma local Econométrica ha calculado que la inflación rondará el 110% en 2015. Extraoficialmente se supo que la subida de precios en enero había superado el 10%. «Según la información que manejamos, la del año (cuatro primeros meses) está cerca del 50%», adelantó el Gobernador opositor Henrique Capriles. «Estamos bordeando la hiperinflación», confirmó el economista José Guerra.
«El país vive una crisis grave. El Gobierno no tiene una estrategia racional y el problema tiende a agudizarse», razona León.
Las cifras se ocultan, pero la realidad golpea como un martillo todos los días al venezolano. Los precios crecen por semanas y la reciente subida del salario mínimo (7.421 bolívares desde julio) es sólo una cosquilla para la inflación más alta de todo el planeta.
La comparación con los países vecinos es demoledora: en los cuatro primeros meses del año, frente al casi 50% extraoficial de Venezuela, los precios subieron en Colombia un 2,95%; en Perú, el 1,55%, y en Ecuador, un 2,48%.
Entre tres y cuatro salarios mínimos son necesarios para cubrir el coste de la cesta básica alimentaria, que en abril se situaba en 22.603 bolívares, según el Centro de Documentación y Análisis Social. «Revolcón es el que tiene el poder de compra del salario mínimo», dispara Henkel García, director de Econométrica. Lo que tampoco puede esconder el Gobierno son indicativos independientes como éste. O como el que ha calculado en 18% la caída de los ingresos familiares este año.
Los ministros de Maduro tampoco han podido ocultar la cuesta abajo que viven las reservas internacionales, que hoy se sitúan en 17.800 millones de dólares, el mismo nivel que en 2003. En 2006 se llegaron a alcanzar los 40.000 millones en las reservas exteriores.
En parecidos términos se debate el indicador económico más buscado cada día en Venezuela: el dólar negro. Distintas webs calculan sus continuas subidas y una de ellas, Dólar Today, ha recibido ataques directos de Maduro: «Son parte de la guerra económica».
La excusa gubernamental para el actual desastre económico es una extraña alianza donde «burguesía parasitaria», oligarquía y oposición estarían saboteando la producción y la distribución de productos básicos. «La guerra económica busca irritar, llenar de sentimientos negativos para que se pierdan las perspectivas», describe Maduro, quien pese a la contundencia del varapalo no pierde el optimismo, al menos en público: «¡Vamos a ganar la guerra económica por nocaut!», clamó el pasado sábado.
Desde que en 2003 Hugo Chávez impusiera el control de cambio y abriera la puerta al dólar paralelo, distintos tipos de cambio han marcado la economía local. Hoy Venezuela mantiene un dólar oficial (a 6,30 bolívares por billete verde), el Sicad (a 12) y el recién creado Sistema Marginal de Divisas (Simadi), que roza los 200. Frente a ellos el dólar paralelo, al que llaman el innombrable y que en los últimos días ha vuelto a batir sus propios récords: ayer cotizaba a 317,12 bolívares por billete americano.
Poco importa que sea perseguido, que no se pueda publicar y que Maduro haya vaticinado que le iba a quebrar el brazo: el dólar negro es hoy el concepto económico que brilla con más salud en el país petrolero. Su incidencia sobre la inflación es tan fundamental como desproporcionada.
«¿Por qué el dólar negro sigue creciendo sin límite? Porque no hay ninguna razón racional para que no lo siga haciendo sin cambios en el modelo». La pregunta y la respuesta son de Luis Vicente Léon. El tercer punto, hasta dónde llegará el dólar maldito, también tiene respuesta: el cielo es el límite.