JUAN CARLOS VILORIA-EL CORREO

Lo que todavía no se ha oído es que la pandemia sería un ataque de los extraterrestres

En relación a la Covid-19 se han ido gestando un negacionismo ‘científico’ y un negacionismo macarra. Al científico se acaba de apuntar el decano del Colegio de Biólogos de Euskadi, Jon Ander Echebarría, con su informe que niega, entre otras tesis, la transmisión de la enfermedad por los asintomáticos. Al negacionismo macarra cada vez se apuntan más juerguistas de botellón que buscan una coartada argumental para pasarse por el arco de triunfo todas las medidas higiénico-sanitarias. Manejan una batería de tesis conspiranoicas o ‘fake virus’ que básicamente denuncia que todo es una estafa del capital, «un corona-timo», o es un efecto maligno del despliegue de las redes 5G. Contra toda evidencia médica y científica el negacionismo viene a sostener que ni la enfermedad infecciosa ni la pandemia global son reales. Pero los científicos como el biólogo vasco pueden tener de su lado algunos argumentos al menos discutibles, como que los llamados rebrotes están siendo sobredimensionados o que el uso masivo de mascarilla puede perjudicar a determinados usuarios. Es discutible, pero no totalmente inexacta, su afirmación sobre que las pruebas PCR arrojan muchos falsos positivos y por tanto no son útiles.

En esta misma línea de negacionistas científicos destacó por su eslogan ‘No al bozal’ el médico de urgencias Ángel Ruiz Valdepeñas. En el mes de junio afirmó que todo había sido un «virus del miedo» inoculado en la sociedad a través de una campaña mediática. Él y su grupo creen que el virus tuvo un origen provocado por un entramado de entidades supranacionales que mueven el mundo con unos pocos hilos y controlan la prensa; que los países hemos perdido la independencia y que en breve habrá otro «ataque biológico».

Son argumentos heterodoxos y faltos de evidencia con algunas medias verdades que pueden llevar a confusión a algunos crédulos. Lo cierto es que la tentación de ir contracorriente, de ir más allá de las evidencias, de saber o intuir lo que la mayoría ignora, es una droga muy potente. A nivel doméstico destaca también el enterado que difunde teorías peregrinas sobre que el origen de la pandemia estaría en los excesos de la vida moderna; la comida basura, el consumo exagerado, los microplásticos, la contaminación, el calentamiento climático. La letanía de siempre. Lo que todavía no se ha oído, pero no hay que perder la esperanza, es que se trata de un ataque de los extraterrestres a la Tierra para eliminar la vida humana y acto seguido hacerse con nuestro envidiado planeta azul. O que ellos tendrían vacuna contra el virus y pretenderían esclavizarnos a cambio de una dosis. Probablemente es inútil intentar combatir a majaretas y visionarios.