TONIA ETXARRI-EL CORREO

De todas las audiencias que ha mantenido Pedro Sánchez con el jefe de Estado, en el Palacio de Marivent, la de ayer fue la más delicada. No solo porque se celebraba días después de que el rey emérito, Don Juan Carlos, se viera presionado para salir de España sino porque su socio de gobierno se ha visto envuelto en un escándalo judicial. Podemos imputado por presunta financiación ilegal, malversación y administración desleal. ¿También utilizaron una ‘caja B’? Una situación extremadamente comprometida para un partido imputado como persona jurídica. La limpieza de su contabilidad en entredicho. Y todos los dardos que desde los círculos podemitas se lanzaron contra sus adversarios políticos en similares circunstancias se vuelven ahora contra ellos como un bumerán.

Le ha salido a Pedro Sánchez algo más que un sarpullido en el Gobierno. Desde que el año pasado por estas fechas, después de entrevistarse con el Rey, dijera que la desconfianza entre él y Pablo Iglesias era mutua, ha llovido mucho. Tanto que quien, según él, no era de fiar es ahora nada menos que el vicepresidente de gobierno. Sánchez ha demostrado saber manejar con habilidad la táctica exculpatoria. De la conspiración contra la Corona que ha encabezado su propio socio de gobierno apoyado en nacionalistas variopintos ya tiene a quien señalar. Aunque él esté permitiendo la cacerolada virtual para ir desplazando del foco al propio Felipe VI, el ruido lo hace Podemos.

Si de la gestión del coronavirus no tiene ningún reproche que hacerse (se llegó a poner un notable alto) él aparenta no tener nada que ver con quienes quieren mover la silla al jefe del Estado. Pero se sientan con él en el Consejo de Ministros. Han conseguido penetrar hasta el epicentro del CNI y ahora son sospechosos de corrupción. Sánchez ayer no defendió a su socio. Su lacónico «respeto» a las investigaciones judiciales dejaron a Pablo Iglesias y su pandilla a los pies de los caballos. Pero la oposición aprovecha el momento. Sabe que Sánchez está en un aprieto por culpa de la imputación a Podemos. Y exigen explicaciones a un silente Iglesias. De momento la reacción de la formación morada ha sido chulesca. En vez de ponerse a disposición de los jueces carga contra los mensajeros. Con presiones al juez. Muy democrático todo. Sánchez, que presentó su moción de censura contra Rajoy alegando la imputación por financiación ilegal del PP como persona jurídica en una sentencia relacionada con dos municipios de Madrid, ¿puede seguir admitiendo en el Gobierno a un socio igualmente imputado por causas similares? A Podemos le asiste el derecho a la presunción de inocencia. La que ellos no aplican a sus adversarios. Pero, con la imputación, queda invalidado. El propio Iglesias se comprometió a dimitir en una situación así. Promesas de campaña electoral. El partido que cogobierna España está imputado por corrupción. Esta es la foto del momento. Ese es el titular. Pero, a diferencia del PP, es posible que no tenga consecuencias.