Malabarismos del PNV

EL CORREO 02/06/14
TONIA ETXARRI

· Urkullu multiplica su táctica equilibrista para mantener tres platillos en el aire

En la noche electoral del 25-M, Andoni Ortuzar, presidente del PNV, dijo aliviado «misión cumplida» como si hubiera logrado conjurar las trampas de unas europeas descontroladas con la sombra de la izquierda abertzale. Pero el Partido Nacionalista Vasco, pocas horas después, entraba en efervescencia. Olvidando el reciente compromiso del lehendakari de embargar el debate del teórico «derecho a decidir» en la ponencia parlamentaria para favorecer un acuerdo más pragmático sobre el nuevo estatus, su grupo en el hemiciclo vasco se sumaba a la iniciativa de EH Bildu para aprobar un texto que pone otra vez la autodeterminación encima de la mesa. Un texto de escaso valor jurídico pero del que el PNV difícilmente podía desmarcarse porque se trataba de una copia de la declaración de 1990 y, sobre todo, porque la segunda fuerza política del País Vasco le había puesto al PNV frente al espejo.

Escasamente un mes le ha durado a Iñigo Urkullu su aparcamiento del derecho de autodeterminación. En cuatro semanas su partido ha dado un meneo a la estrategia de unir fuerzas con el PSE para afrontar la crisis económica y el futuro del autogobierno. Para que luego digan que los resultados de la pasada cita electoral no tenían por qué tener una proyección en la política doméstica. Si al PSOE, su debacle, le ha provocado una sacudida en las bases de la estructura del partido, al PNV, aunque ha conseguido mantenerse, la presión electoral de la izquierda abertzale le está obligando a cambiar el paso.

Un cambio de ritmo en el que está muy cómodo Joseba Egibar, pero que deja en una situación de delicado equilibrio al lehendakari Urkullu. En el más puro estilo nacionalista, el PNV ha decidido multiplicar su táctica y ha pasado a mantener tres platillos en el aire. Como un avezado malabarista de circo, el PNV, que siente la sombra amenazadora de la izquierda abertzale sobre su hegemonía política, ha puesto en marcha tres escenarios de trabajo distintos para intentar frenar el ‘sorpasso’ del abertzalismo de extrema izquierda.

El primero pasa por hacer un marcaje estrecho a Bildu y no cederles el liderazgo en solitario de la lucha por el proceso soberanista vasco. En esta estrategia hay que encajar el voto a favor de la iniciativa por el derecho de autodeterminación del pasado día 29 y el juego del «sí… pero… no» que mantiene Sabin Etxea respecto a su apoyo y participación en la cadena humana por la independencia que se desarrollará el próximo 8 de junio. El segundo escenario, más formal que real, mantiene en activo la ponencia parlamentaria que persigue con informes, comparecencias y debates comprometer a una mayoría transversal en defensa de un nuevo estatus que amplíe los horizontes de la autonomía. Un escenario que ve peligrar su definición inicial si el lehendakari sigue jugando al eufemismo de la independencia combinado con el respeto a la legalidad.

El tercero persigue activar los puentes con el Gobierno central para aprovechar el efecto catalán y sacar rendimiento político garantizando a Madrid un pacífico tránsito autonomista en Vitoria. Los tiempos de Zapatero en el Gobierno y Urkullu en la oposición traen buenos recuerdos a los jeltzales. Otra cosa es que el péndulo soberanista y el desgaste de la gestión en tiempos de crisis pasen factura a un partido que, si bien ha ganado en votos el 25 de mayo, no puede ignorar que su competidor abertzale ha resistido y sube amenazante en los tres territorios.

Por eso parece descartada una entente al estilo CiU-ERC –en Euskadi PNV-Bildu– como la que proponía ayer en una entrevista en EL CORREO Hasier Arraiz. Descartada, aunque no definitivamente, porque el desfondamiento de las opciones no nacionalistas y el PSE en proceso de refundación interna le dejan al PNV sin el contrapeso necesario para frenar a la izquierda abertzale. Queda un año para las municipales y forales y si la recuperación económica no llega a los bolsillos de la calle y de las clases medias, puede que se vaya ampliando en la sociedad vasca la identificación mecánica entre la independencia y salida de la crisis.

Eso puede llevar a que a la gente le empiecen a entrar prisas y el PNV tema quedarse rezagado en la carrera de liderar el pulso por la independencia. En los próximos meses se van a confrontar en una partida llena de símbolos, gestos, fotos y agotadoras escenificaciones la habilidad del PNV para exprimir al límite el Estatuto y las líneas rojas constitucionales y la fuerza propagandística de una izquierda abertzale que, en su enésimo ejercicio de transformismo, intentará vender a la sociedad vasca la ‘vía a la independencia sin pistolas’.

Aunque en el fondo no sea otra cosa que un pulso por el poder local que es el que realmente les interesa a ambos con ayuntamientos, diputaciones y Ajuria Enea al fondo. Y de espectadores, si alguna genialidad no lo impide, socialistas, populares y UPyD que según marcan las tendencias van a quedar en la periferia de la pugna política en la medida en que la polarización de la mayoría de la sociedad se centre en PNV y Bildu. Por mucho que Gorka Maneiro se esfuerce desde su único escaño en buscar las contradicciones de los últimos tiempos. Los socialistas siguen equivocándose al buscar en nuevos nombres la salida a un desfondamiento provocado por una falta de brújula política. Y los populares vascos ni siquiera han encontrado la respuesta a su pérdida de votos en un territorio como Álava, en donde gobiernan.