Alberto Ayala-El Correo

La subida a funcionarios, maestros de la concertada y jubilados con rentas bajas sólo depende del interés de los partidos

La política, no se engañen, hace ya tiempo que atiende primero el interés de los políticos y sólo después el resto. Y eso sucede aquí, en Euskadi, en el conjunto de España y en cualquier democracia que se les venga a la cabeza. ¿En el resto? Todavía es peor, incluso mucho peor. ¿Rusia? ¿China, ¿Venezuela? ¿Sigo?

Como muchos de ustedes recordarán el Gobierno vasco PNV-PSE del lehendakari Urkullu fracasaba hace algunas semanas en su intento por lograr la aprobación de los Presupuestos vascos para 2019. El Ejecutivo, en minoría en la Cámara de Vitoria, necesitaba -y necesita en cada votación- el apoyo o la abstención de al menos de uno de los 38 parlamentarios de los tres grupos de la oposición, EH Bildu, Elkarrekin Podemos y el PP. No llegó.

En la primera mitad de la legislatura los conservadores sostuvieron a Urkullu a cambio de que los jeltzales hicieran lo propio con Mariano Rajoy. Cuando los peneuvistas pusieron fin a la carrera del político gallego, Alfonso Alonso cerró el grifo y advirtió a Ortuzar de que iban a sufrir.

La izquierda abertzale vio una oportunidad de oro para ganarse la simpatía -y el voto- de los pensionistas vascos con rentas más bajas y ofreció a Urkullu aprobarle las Cuentas a cambio de complementar esas pensiones vía RGI. Sabin Etxea y Ajuria Enea no transigieron. Posiblemente porque no interesaba a los jeltzales plantarse en las elecciones municipales y forales del 26 de mayo con importantes pactos con EH Bildu.

¿Malos tiempos, otra vez, para el Gobierno Urkullu? Eso parecía. Pero el PP vasco dejó claro muy pronto que su ajuste de cuentas al PNV iba a ser liviano. Que ya se sabe que los conservadores no son partido de oposición sino de poder y permanecer dos años en el ‘no’ no sonaba demasiado prometedor.

Quedarte sin Cuentas siempre es un problema para un Gobierno. Un problema menor si se logran colar en un proyecto de ley cuestiones relevantes. En nuestro caso, la subida del 2,25% a los 70.000 funcionarios vascos, otro incremento similar en los conciertos educativos a los centros privados para mejorar los sueldos al profesorado que acaba de estar en huelga y la mejora de las pensiones más bajas vía RGI.

El Consejo de Gobierno vasco hará hoy un paquete con esos tres asuntos y remitirá el correspondiente proyecto de ley al Parlamento. Si prospera, triple medalla para Urkullu y sus chicos. Pero el Ejecutivo está en minoría y precisa un voto.

Ajuria Enea podía plantear los tres asuntos por separado de forma que al votarse así fuera más sencillo que, por ejemplo, el PP apoyara la subida de los conciertos educativos y EH Bildu y Podemos la de las pensiones. Todos están de acuerdo respecto a los funcionarios.

Pero, de momento, se niega. Quiere la medalla para sí mismo. Y surge el problema. El PP no está de acuerdo con el planteamiento del Gobierno sobre la RGI y los grupos de izquierdas con subir los conciertos. Todos con la mirada puesta en su interés partidario de cara a los comicios de mayo.

Veremos si alguien se baja o no del burro en las próximas horas. Bastaría con que la votación se troceara.

Nuestros grandes partidos harían bien en percatarse de que pueden cabrear muy mucho a miles y miles de vascos si todo se va al garete porque nadie cede. Atentos, pues, a la pantalla.