EL MUNDO – 11/07/15
· Mari Mar Blanco: «Pensé que mi hermano se había salvado».
En la esquina de la barra de la taberna irlandesa Hanigan’s –aunque los vecinos aún llaman al local con su viejo nombre de KusKus– Mari Mar Blanco y Carlos Totorika, acompañados por dos jóvenes concejales de Podemos y de Izquierda Unida, dieron ayer un salto al negro pasado de Euskadi. Un gesto de cortesía de Totorika al prolongar con una charla informal el acto de homenaje a Miguel Ángel Blanco en el Ayuntamiento de Ermua propició que dos de los protagonistas involuntarios de uno de los crímenes más atroces de ETA compartieran recuerdos. Confidencias íntimas que se superponían a las imágenes del rechazo social al terrorismo que en las dos pantallas de la taberna irlandesa mostraba un programa de TVE.
«A nosotros el ertzaina que estaba en nuestro piso nos dijo que Miguel Ángel había aparecido con un disparo superficial. Creí que se había salvado y salí a la calle Iparraguirre, ahí al lado, para viajar en coche a San Sebastián en un viaje feliz para recuperar a mi hermano», recuerda Mari Mar Blanco ante la mirada de Totorika, al que acompañan Julen Domínguez (Irabazi) y Javier Lobato (Ermua Ahal Da-Se puede Ermua, plataforma electoral en la que se integró Podemos). Totorika escucha a Mari Mar y también viaja al pasado de los días más duros de su larga trayectoria como alcalde. «Creo que me llamó Atutxa (entonces consejero vasco de Interior) y me comunicó que le habían disparado en la cabeza», rememora Totorika, convencido de que la Ertzaintza intentó minimizar el dolor de la familia Blanco, que ya en el hospital Donostia recibió la fatal noticia a través de uno de los médicos que atendieron al joven tiroteado en Lasarte.
«Recuerdo el calor pegajoso de aquella manifestación en Bilbao y que una mujer me agarró del brazo para decirme: ‘Yo voto a Herri Batasuna pero estoy contigo porque esto es una barbaridad’», relata Mari Mar Blanco, hoy presidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo y, 18 años después, aún afectada por la catarata de recuerdos al volver a su «pueblo». Un lugar que aún no conocen sus hijas porque Blanco prefirió dejarles en Vitoria, junto a sus abuelos, mientras ella cumplía el compromiso de recordar a Miguel Ángel Blanco. «Las víctimas son la verdadera memoria», había reivindicado minutos antes Mari Mar Blanco junto al monolito en recuerdo de la víctimas en la plaza San Pelayo. Sin rencor, pero con la convicción de 18 intensos años de lucha contra el terror.
EL MUNDO – 11/07/15