ABC-LUIS VENTOSO

Su metamorfosis en Cataluña lo acerca a las posturas de su predecesor

EN su célebre relato «La metamorfosis», Franz Kafka plantea la espeluznante pesadilla de Gregorio Samsa, comerciante de paño que una mañana se despierta convertido en un enorme insecto. Observando las últimas mutaciones de nuestro Sánchez, no cabe descartar que cualquier día Begoña amanezca en el tálamo monclovita con un señor barbado a su vera leyendo el «Marca» y fumándose un puro. Y es que asistimos a un curioso proceso de marianización de Sánchez, en especial ante el envite separatista. «Primero la ley y luego el diálogo», tronó ayer contra Torra el mismo presidente que en julio del año pasado lo recibía con una sonrisa de oreja a oreja y subía este tuit en catalán: «Una crisis política requiere una solución política. Esta reunión es un punto de arranque constructivo para la normalización de las relaciones».

En aquellos días Torra no engañaba a nadie. Era el mismo chalado antiespañol que ahora. Mantenía desde la Generalitat un inadmisible veto al Rey en Cataluña, exigía la autodeterminación como «requisito para cualquier solución», abogaba por la «movilización» contra la Justicia y se presentaba en La Moncloa luciendo en su solapa el lazo amarillo, símbolo del apoyo a los golpistas y su insurrección. Pero al Sánchez de 2018 todo eso le resbalaba, no en vano acababa de okupar el poder merced a una vidriosa alianza con los separatistas. Así que se deshizo en zalamerías con Torra en la escalinata monclovita. Incluso llevó al enemigo declarado de España a darse un paseíllo turístico por los jardines de palacio, con parada romántica ante la fuente de los amores de Machado. Carmen Calvo, que jamás falla cuando toca equivocarse, valoró la reunión fustigando al intransigente marianismo: «A otros les han hecho dos referendos y nosotros en un mes ya hemos tenido una reunión», se jactó festejando el triunfo del diálogo.

Catorce meses después, Sánchez, político de faz de mármol de Porriño, ha virado y ya está en las mismas tesis del viejo Mariano: «Los independentistas llevan mucho tiempo equivocándose. Han cometido errores gigantescos y garrafales. Les reclamo que no jueguen con fuego», advertía ayer con ceño irritado. Apremiado por las elecciones, pues los sondeos serios no acaban de concederle el festín de votos de Chef Tezanos, ha pasado del pasteleo con el independentismo a las amenazas frontales a Torra. Todo es un gran teatro electoral, pues en realidad lo coherente sería promover ya el 155 (¿cómo se puede consentir que siga todavía ahí un mandatario autonómico que según un auto judicial promovió el asalto al Parlamento regional?). Sánchez irá basculando según sus necesidades electorales. La palabra España ya destaca en su lema electoral. Aplicará el 155 simplemente si su calculadora le indica que le puede venir bien.

Pedro se va marianizando para pescar votos. Normal, no en vano el superprogresista lleva catorce meses con Montoro como ministro de Economía, pues suyos son los Presupuestos vigentes. Humo, propaganda y huesos de Franco. Una mascarada estéril, que se prorrogará si el público liberal-conservador no opta por concentrar de una vez su voto.