Luis Ventoso-ABC
La falta de respeto a la inteligencia del público es llamativa
Fernando Grande-Marlaska, juez de profesión de 56 años, vende una fachada sosegada, educada y moderna y un pasado real en primera línea de la lucha contra ETA, que en su día planeó asesinarlo. El ministro gasta porte atlético, pelo revuelto, estudiada barba de dos días y trajes y corbatillas entre lo formal y lo informal, que le confieren un aire a lo «Reservoir dogs». Además ha escrito su autobiografía y protagonizó una salida del armario pionera. Pero nada de eso importa ante su labor como ministro del Interior, donde hemos de evaluarlo tan solo por sus hechos presentes. Y tras el recital de despropósitos del lunes y martes es evidente que Marlaska ha perdido su péndulo moral, canjeado por una cartera ministerial del PSOE.
En la rueda de prensa hizo doblete. Primero, utilizó sorpresivamente el dinero público de todos nosotros para intentar tapar una polvareda policial y política fruto de su mal juicio, que ha indignado a la Guardia Civil y hasta ha provocado la airada dimisión del número dos del cuerpo, el teniente general Ceña. En segundo lugar, mintió con desparpajo, tomando por imbéciles a todos los españoles que le escuchaban, al asegurar que el cese fulminante del coronel Pérez de los Cobos se debe tan solo a «un proceso natural de cambio de equipos» para dar «un impulso». Tan natural y esperado era que la directora de la Guardia Civil telefoneó al afectado en pleno domingo para fulminarlo.
En un país donde el embuste se ha convertido en divisa del Gobierno, la memoria se torna un ejercicio obligado de autodefensa. En marzo de 2018, Zoido, el ministro del Interior de Rajoy, firmó un acuerdo con representantes sindicales de la Policía Nacional y asociaciones de la Guardia Civil para equiparar sus salarios con los de los cuerpos autonómicos, escandalosamente más altos. Pero aquella iniciativa se vio torpedeada. ¿Por quién? Pues por los dos partidos que hoy gobiernan, Podemos y PSOE, que vetaron la igualación en el Congreso en fecha tan reciente como el pasado 3 de marzo, alegando que podría provocar desajustes presupuestarios (lo que suscitó una gran manifestación de agentes frente a los leones del Parlamento). En un momento en que las cuentas públicas están ya exhaustas por las ayudas frente a la epidemia, y justo cuando los guardias civiles braman por el abuso de Marlaska con Pérez de los Cobos, va y resulta que el ministro se acuerda de subirles el sueldo. Pretender que el público se crea que es casual supone insultar su inteligencia.
Cobos fue laminado porque cumplió con su deber y obedeció a la juez que le exigió «guardar rigurosa reserva» sobre el informe de sus agentes acerca del delegado de Gobierno en Madrid, el socialista Franco, y el doctor Simón, acusados de haber permitido concentraciones masivas sabiendo que existía un riesgo sanitario. Entre ellas, el 8-M, cuya pancarta portó entusiasmado Marlaska a la vera de la mujer de Sánchez, Carmen Calvo y Nadia Calviño. ¿Por qué perdió Cobos «la confianza» de Marlaska? Pues porque no le filtró el informe, lo que habría facilitado al Gobierno proteger a Franco y a Simón y torpedear a la juez. ¡Y lo hace un magistrado de carrera!
Hedionda historia. Por desgracia, lo habitual.