Solo en el laberinto. Con el único apoyo de los socialistas, que no ocultan su preocupación por el cerco de los socios y aliados. Así está el ministro Marlaska desde que los vídeos de la BBC contradijeron su versión sobre la tragedia ocurrida en la valla de Melilla el pasado 24 de junio donde murieron al menos 23 inmigrantes asfixiados. Salvo que el presidente del Gobierno de las veintidós carteras necesite aprovechar la reubicación de la ministra Reyes Maroto como candidata por Madrid a las próximas elecciones locales, para hacer un reajuste de gabinete, Marlaska aguantará su palo. Sufrirá su vía crucis. Resistirá hasta que a Sánchez le convenga dejarlo caer. Que al ministro más achicharrado de La Moncloa le cuestione la oposición, se da por hecho. Pero que le pongan en la diana los socios preferentes (ERC y EH Bildu) y sus compañeros de Gobierno (Yolanda Díaz y Podemos) es la novedad.
El PNV pide su comparecencia en sesión abierta, nada de puertas cerradas. Y el PP, que en un principio se creyó la versión del ministro cuando negaba que se hubiera cometido ilegalidad alguna en territorio español, ahora pide su cabeza. Que rinda cuentas ante el Parlamento. Ya está tardando. Y que se muestren todas las imágenes. Sin filtros.
En estos cuatro meses el Gobierno ha intentado sacarse, y nunca mejor dicho, los muertos de encima. El ministro del Interior, respaldado por Pedro Sánchez, ha venido insistiendo en que nada trágico ocurrió en suelo español. Pero los nuevos vídeos en la valla de Melilla han puesto al ministro en situación límite. Una vez que los diputados visitaron la zona y tuvieron acceso a la visión de un breve minutaje de los vídeos de la discordia, nadie tuvo duda de que hubo cuerpos de emigrantes tirados en suelo español. La tragedia de Melilla que, según Pedro Sánchez, había quedado «bien resuelta» se le ha abierto, ahora, en canal.
Es un flanco tan vidrioso que está provocando coincidencias antinaturales. Desde el PP, que ya tuvo sus muertos en la zona cuando gobernaban, hasta EH Bildu tan interesados en arremeter contra los cuerpos policiales como en no promover que ETA esclarezca sus más de trescientos crímenes sin resolver. Pero lo cierto es que precisamente porque la custodia de esa frontera, con asaltos violentos continuados, resulta muy difícil de gestionar, hay que dotar a los cuerpos policiales de más medios para que esa zona no se convierta en un territorio de impunidad. Ni que se permita una vulneración de los derechos humanos. Las imágenes desmienten la versión del ministro, que ya ha salido de otros trances. Con el acercamiento de presos de ETA o el cese del coronel Pérez de los Cobos que la Audiencia Nacional calificó de «ilegal». Siempre ha resistido porque Sánchez lo ha necesitado para los trabajos más impopulares. Pero estamos en tiempo de turbulencias electorales. ¿A quién van a creer los diputados, a las imágenes vistas por sus propios ojos o a la versión del ministro? Marlaska: si no cambias de versión, sé fuerte.