ABC 02/12/13
· Rechaza la declaración unilateral, pero avisa de que antes de 2016 «nos la tendremos que jugar»
Un personaje «odiado» «Me he convertido en el objeto del deseo más perverso. Soy un personaje odiado en partes de España»
Entre la ensoñación y el pragmatismo, el presidente de la Generalitat, Artur Mas, tiene claro que sin el reconocimiento internacional, la independencia de Cataluña no es posible. Del mismo modo, y sin dar marcha atrás en el «proceso», asume que «habrá un momento en el que nos la tendremos que jugar», aunque señala que hay tiempo hasta 2016, cuando acaba la legislatura.
Así se explica el presidente catalán en la entrevista-biografía «Servirvir a Cataluña» (Ara Llibres), donde aparte de reflexiones de tipo íntimo, profundiza en cómo avanzar hacia la secesión. En primer lugar, asume, la comunidad internacional «tiene que llegar a la conclusión de que hemos hecho todo lo posible a través de una vía de diálogo, de concertación y negociación con el Estado español. Estado al que pertenecemos desde hace siglos». «Si no te reconoce nadie las independencias son un desastre monumental», asume.
En este sentido, alerta de quienes abogan por una declaración unilateral de independencia. Al día siguiente, reconoce, «tendré que llamar al presidente del Gobierno y pedirle por favor que nos cobre los impuestos, cosa que sería el mayor acto de dependencia que puede hacer un país y un pueblo. Sería un gran rídiculo». Frente a los que «tienen prisa», Mas dice «aprender de la historia»: «Solo hace falta mirar al siglo XX. Cuando lolos golpes de genio o la estética se hhan impuesto nos hemos estrellado y hecho el ridículo más espantoso». EEso sí, señala Mas en aparente contrtradicción, «en algún momento nos la tendremos que jugar».
Por otra parte, y desde la óptica mmás personal, Mas señala que el proceceso independentista ha hecho que «vayanv a por mí descarademente». « Me he convertido en el objeto del ddeseo más perverso por parte de algunos. Soy un personaje odiado en algunas partes de España y, concretamente, en Madrid», concluye.