EL MUNDO 05/09/14
· «Unos se llevan las bofetadas y otros las caricias», reprochó el ‘president’ a Junqueras en una reunión con empresarios por sufalta de compromiso con el Govern y no querer compartir lista
Existe un profundo malestar en CiU con ERC que está poniendo a prueba las costuras del pacto de legislatura que ambos partidos suscribieron con el objetivo de llevar a cabo la consulta soberanista. Fue Artur Mas quien estalló ayer en público contra Oriol Junqueras, molesto porque a su juicio los republicanos no se implican lo bastante con el Govern, y se muestran por ahora escépticos ante ideas como una lista conjunta de cara a unas eventuales elecciones anticipadas. «Unos se llevan las bofetadas y otros las caricias», se lamentó. El detonante fue la petición de ERC de abrir en el Parlament una comisión de investigación sobre el caso Pujol.
Aunque ERC busca formalmente perseguir «las diversas modalidades de fraude, evasión y elusión fiscal en las dos últimas décadas», para poder atacar también a otros partidos, esa iniciativa ha generado un gran malestar en Convergència.
Artur Mas se refirió ayer al asunto de manera velada –aunque la interpretación estaba clara– durante la charla que ofreció ante varios de los principales empresarios catalanes convocados por la Cámara de Comercio de Barcelona. Acusó a los republicanos de no querer comprometerse con CiU más allá del apoyo parlamentario que ofrece Junqueras, imprescindible para que Mas se mantenga en el Govern.
El president preferiría que Junqueras hubiera aceptado entrar en el Ejecutivo catalán a principio de legislatura para que ERC compartiera con CiU el desgaste de la crisis. O que hubiera dicho sí a la lista conjunta que le propuso en una reunión a mediados de agosto de cara a las elecciones autonómicas adelantadas que, con gran probabilidad, acabarán convocándose en Cataluña si el 9 de noviembre no se celebra la consulta soberanista.
«Mantendremos el consenso y la unidad política, porque son un valor», aseguró el presidente de la Generalitat ante los empresarios. Pero añadió que «no todo el mundo da la misma importancia a la unidad», en clara referencia a ERC. «El Govern tiene la principal responsabilidad del consenso y de la unidad, pero no la única. No se puede jugar con esos valores como si unos sólo pudieran recibir bofetadas y otros sólo pudieran ser objeto de caricias: todos debemos ayudar», añadió.
En ERC, sin embargo, nunca han visto las cosas así. Escarmentados porque creen que en el pasado CiU se ha echado atrás demasiadas veces en el último momento, aseguran en privado que nunca ha existido una oferta seria para que entrasen en el Govern. No ha habido, por ejemplo, negociaciones sobre el número de consejerías, ni de cuáles ocuparía ERC, ni tampoco conversación acerca de cómo se soslayaría el hecho de que Unió se niega a compartir el poder con los republicanos.
La voluntad de ERC es seguir presionando a Mas desde fuera del Ejecutivo para que no decaigan sus sobrevenidos anhelos independentistas. De hecho, juzgan las dudas que han expresado varios miembros del Govern en las últimas semanas como la prueba de que ese empujón externo es más necesario que nunca.
La demostración de que lo que más escuece a Mas es cómo están encarando los republicanos las consecuencias de la confesión de Jordi Pujol, padre político del actual president, está en lo que respondió ayer cuando le preguntaron acerca de la comisión de investigación que ERC, ICV y la CUP impulsarán en la Cámara catalana. «A Pujol no se le pone una fecha para ir al Parlament a comparecer pero él dice que va, que irá el mismo mes en el que se le ha citado. Y cuando dice eso, el Parlament ya le está montando una comisión de investigación. ¿Es eso serio? Si la quieres montar, no hace falta que le digas nada», afirmó.
Mas, que se declaró «triste» por la confesión del ex president de que mantuvo durante 34 años dinero escondido de Hacienda en el extranjero, volvió a repetir que el caso no dañará el proceso soberanista: «A mí no me afectará, ni al Govern. Políticamente al menos; personalmente, evidentemente que sí».
En cualquier caso, volvió a repetir que Pujol «hacía más de 10 años que no tenía responsabilidades en CiU» y amenazó con que la comisión de investigación acabará salpicando a otros partidos: «Si quieren investigar, que investiguen todo lo que quieran, y que lo investiguen todo. Todo quiere decir todo, nos pasaremos un año o dos hablando sobre asuntos que están en la justicia». Y lanzó un último ataque a ERC: «Que cada uno asuma las consecuencias».
Pero Mas también lanzó ayer mensajes en otras direcciones. Con una actitud mucho más vehemente de lo habitual, admitió ante los empresarios que «siempre existe un componente de riesgo» cuando una parte de un Estado intenta independizarse. Uno de los asistentes se quejó de que no existe información suficiente sobre las consecuencias de esa apuesta, y el president contestó: «Olvídense, hay un riesgo. Lo hay en Escocia, y lo tienen todo acordado. Hay mucha información, y en breve habrá un libro blanco publicado por el Govern. Pero no nos engañemos, siempre hay incertidumbres».
Poco después insistió en la idea, pero con una novedad: que pese a todo vale la pena intentarlo porque el precio de no hacerlo es «quizás más alto». Para Mas, «pensar que un proceso así se hace de rositas no es posible». «Los que quieren la libertad saben que la libertad tiene un precio», asumió.
También aprovechó para, una vez más, dejar en el aire qué hará si el TC, como parece muy probable, prohíbe a instancias del Gobierno la consulta soberanista. Se comprometió de nuevo a convocar el referéndum en cualquier caso, en virtud de la ley que el Parlament aprobará el día 19, pero no aclaró si sacará las urnas a la calle, como le pide ERC, cuando se produzca el veto.
«Puedo asegurar que la gente será llamada a las urnas y que actuaremos con consenso», afirmó. Añadió que «la determinación para votar el 9-N es total, porque no hay nadie más interesado que el Govern en que se vote», pero hizo después una puntualización que deja claro que no quiere convertirse en un nuevo Lluís Companys, ni protagonizar otro 6 de octubre de 1934: «Esta vez Cataluña tiene que hacerlo bien. Sin hacer el ridículo, de manera que en instancias internacionales se considere que todo ha sido serio; sin perder el espíritu radicalmente pacífico; ajustándose siempre a un marco legal existente; y atendiendo a las mayorías sociales».