EL CORREO 23/06/14
· Se declara dispuesto a renegociar la pregunta de la consulta, si el Gobierno de Rajoy presenta una propuesta para desbloquear el conflicto
Los independentistas temen que el panorama político, también en Cataluña, cambie con la llegada del nuevo Rey. Artur Mas reconoció ayer que se abren nuevas oportunidades y que el Monarca puede tener un papel importante en el proceso catalán, pues está en sus manos «mover ficha» para que Cataluña encuentre un encaje adecuado dentro de España.
Así, el presidente de la Generalitat, que el jueves se verá con el jefe del Estado en Girona, aunque no a solas, pidió ayer al Rey que afronte la cuestión catalana con «imaginación», «iniciativa política», «capacidad de movimiento», «liderazgo», «escuchando a la gente» y sabiendo que las cosas en España y Cataluña «ya no son iguales que hace 40 años atrás» y, por tanto, las situaciones no sólo se pueden «hacer frente diciendo que la Constitución dice eso».
«Démosle una oportunidad, y si hace falta dos o tres, para que haga las cosas bien», declaró Mas en una entrevista en la radio pública catalana. Eso sí, desde la premisa de que por un cambio de Rey en España «no se abrirán las puertas del paraíso» y advirtiendo de que si las instituciones del Estado «hacen de árbitro, bien». «¿Que no?, peor», avisó.
En la misma entrevista, el presidente del Gobierno catalán abrió la puerta a retrasar la fecha de la consulta, prevista para el 9 de noviembre de este año, y renegociar la pregunta pactada por los partidos soberanistas, si el Gobierno central presenta una propuesta para desencallar el conflicto catalán. Si llegara esa oferta, estaríamos en un «escenario nuevo», dijo Mas. En ese caso, volvería a convocar a los partidos que impulsan el referéndum (CiU, ERC, ICV y CUP) y «definiría una nueva estrategia».
Una de las posibles ofertas que se han barajado en los últimos días es la que sugirió el presidente de la patronal catalana Fomento del trabajo, Joaquim Gay de Montellà, que instó al Gobierno a reconocer a Cataluña como una nación, a aprobar una especie de pacto fiscal y a blindar las competencias catalanas de cultura y lengua, una suerte de tercera vía, como la que defiende el democristiano Josep Antoni Duran Lleida y sobre la que se ha posicionado de manera favorable uno de los padres de la Constitución, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón.
Otras salidas intermedias que se han puesto sobre la mesa han sido las que proponen los socialistas, que plantean una reforma federal de la Constitución, que en último término podría servir para subsanar los aspectos que el Constitucional se llevó por delante del Estatuto catalán. El Gobierno no ha pasado hasta ahora de ofrecer un nuevo modelo de financiación, dentro del régimen común, aunque el propio Mariano Rajoy no descartó una reforma de la Carta Magna en su última visita a Cataluña, en las jornadas del Círculo de Economía.
Cuestión de «confianza»
Mas, en cualquier caso, no quiso ayer abrazar la tercera vía. De hecho, en los últimos meses ha pasado de descartarla, a contemplarla y luego a volver a rechazarla, ya que eso es lo que Cataluña lleva intentando desde hace 100 años, un pacto con el resto de España que nunca ha sido posible, a su entender, porque la otra parte, el Gobierno central, ha «incumplido» los acuerdos. El dirigente nacionalista, cuyo discurso es cada vez más inequívocamente independentista, no ha abandonado del todo, sin embargo, la ambigüedad de la que CiU siempre ha hecho gala y ayer insistió en que sea lo que sea, toda oferta del Gobierno central debe pasar por las urnas y ser sometida al referendo de la ciudadanía.
«En el fondo, la cuestión del 9-N es si aún tenemos confianza en el Estado español», afirmó. De llegar esa posible oferta del Gobierno, la idea de Mas es plantear una consulta con dos opciones, en la que se pudiera votar por un lado la propuesta española y en la otra la que pactaron los partidos catalanes sobre la independencia de Cataluña. Está por ver qué dirían sus socios de Esquerra, que no quieren ni oír hablar de tercera vía, o la Asamblea Nacional Catalana, que ante el runrún de que algo se pueda mover de aquí a noviembre apeló a la «cordura catalana» y a no caer en la trampa de una propuesta que desde su punto de vista conducirá a una «vía muerta» y que no busca más que «dilatar» el proceso soberanista. Esa es la actitud del Gobierno catalán: mano tendida, pero firmeza en el desafío.