ABC 21/06/15
EDITORIAL
EL presidente de la Generalitat empezó ayer su particular campaña electoral en un contexto caracterizado por su total aislamiento político y un gravísimo deterioro institucional, a la vista del esperpéntico elenco que constituye e impulsa el proceso independentista. No contento con provocar la desaparición de CiU, Mas se ha aliado con el nacionalismo radical y la extrema izquierda con el fin de alentar su utopía secesionista, en una senda cuya consecución, además de imposible, resultaría ruinosa. Basta observar quién lidera el proyecto independentista para percatarse de su caótico y desastroso destino, empezando por el propio Mas, principal artífice de la caída y división de su partido. Rehén de sus propias trampas y en manos del radicalismo, Mas huye hacia adelante y pone el «turbo»
Su gran aliado hasta ahora, el líder de ERC, Oriol Junqueras, propone crear una «alianza por la república catalana» con otras fuerzas independentistas y de extrema izquierda para concurrir a las elecciones, lo cual no es de extrañar, tras regalarles la alcaldía de Barcelona a los antisistema de Ada Colau. Otras figuras relevantes, como Jordi Sánchez (ANC) y Muriel Casals (Òmnium), que encabezan las plataformas soberanistas, están vinculadas a los comunistas de ICV. Y si a ellos se suman el líder de las CUP, David Fernández, enlace de Batasuna en Cataluña, la monja Teresa Forcades, anticapitalista y defensora de Hugo Chávez, o la polémica tertuliana sor Lucía Caram, entre otros, el listado de referentes independentistas no puede ser más estrambótico y preocupante para la sociedad catalana. El plan secesionista impulsado por Mas está formado por una combinación de radicales, comunistas y antisistema cuyo proyecto político, más allá del independentismo, destruiría por completo las bases de la economía catalana.