ARCADI ESPADA – EL MUNDO – 26/04/16
· La clave de los efectos políticos de la corrupción es que se trace un determinado perímetro sobre sus protagonistas. Valencia es el caso modélico en España. No importa la cuantía de los fraudes. Ni el tipo de fraude. Ni el nivel jurídico de las acusaciones. Ni por supuesto, iba a importar, la presunción de inocencia. Importa que el perímetro favorezca la percepción, en este caso, de que el PP de Valencia es una organización corrupta y que la Valencia popular fue una comunidad corrupta.
Algo parecido ocurre con la corrupción en Andalucía. Aunque con características llamativamente distintas, que introducen una grieta de disculpa: mientras en Valencia la corrupción es hija del derroche y de la derecha en Andalucía lo es de la desigualdad y la pobreza.
La corrupción es un asunto de las personas, y de pocas personas en términos relativos, pero el perímetro provoca un gran salto de cualidad. Se dice entonces que la corrupción es sistémica, aunque no se sepa qué se quiere decir con ello. Y sin que, sobre todo, se sepa qué es lo que se quiere decir cuando el perímetro no se aplica. El caso de Cataluña, por ejemplo. La corrupción presenta allí una gran vitalidad general. Y hay dos datos extraordinarios sobre la que fue durante décadas fundacionales la primera familia del país: el padre evadió impuestos en todos y cada uno de los años en que gobernó y todos y cada uno de sus siete hijos están siendo investigados.
Hasta el punto de que el instructor De la Mata ha escrito en un auto que la familia Pujol formaba una organización criminal. En cuanto al partido que Pujol creó y uno de cuyos miembros gobierna la Generalidad, baste decir que tiene su sede embargada por la autoridad judicial. Cada día espero el gran reportaje del Times sobre esta saga del norte de África. Solo los muy exagerados se preguntan si el de Cataluña no es un verdadero caso sistémico y algunos paroxísticos se hacen cruces de que el sistema nacionalista no haya sido literalmente arrasado.
Un hecho reciente actualiza el inexpugnable blindaje catalán. Más que un club, sin duda. Solo hay que echar una ojeada a los apellidos y cargos objeto de investigación judicial: Rosell, el anterior presidente; Bartomeu, el actual presidente; el vicepresidente Vilarrubí; el antiguo director general Joan Oliver; los Messi, los Neymar, el jugador Mascherano… Delitos societarios, blanqueo de capitales, contra la Hacienda Pública, etc. Más que un club, repito. ¿Pero qué?
Estos lugares admirables donde las corrupciones se viven como aislados fenómenos atmosféricos que solo excluyen el del aguacero moral.