ABC – 16/08/14
· En tres años, el Gobierno catalán ha recortado el presupuesto sanitario mientras que los gastos identitarios han crecido o se han mantenido.
Viene siendo habitual en estas fechas veraniegas que Artur Mas haga balance de su mandato. Lo hizo el día 5 en una comparencia en la que ofreció una imagen que casi rozaba la euforia, pues, según aseguró, Cataluña comienza a dejar atrás la recesión y avanza con paso decidido hacia una consulta sobre la independencia. Pero hay una serie de datos que el presidente catalán obvió, seguramente de forma deliberada. Estos son que a lo largo de tres años el Gobierno catalán ha recortado casi 1.600 millones de euros en sanidad, lo que se ha traducido en el cierre de camas y quirófanos, el despido de personal, el aumento de las listas de espera y una privatización encubierta, lo que ha sumido al sistema público en una de las mayores crisis que se recuerdan.
El «modelo catalán» es una sombra de lo que fue, diezmado por la falta de presupuesto y las corruptelas. La gestión encargada a afines a CiU, que en algunos casos incurrieron en duplicidad de cargos, ha empañado todavía más un sector donde, por poner un ejemplo, se cerraron ocho hospitales públicos en 2011 y se despidió a 1.537 trabajadores dos años después.
A modo de solución, la Generalitat instauró el polémico euro por receta, tasa anulada por el Tribunal Constitucional. En 2012, las listas de espera en quirófano aumentaron entre 5.000 y 6.000 pacientes. Las movilizaciones del mundo sanitario han sido una constante desde que, en diciembre de 2010, Mas tomó las riendas de una Generalitat, cuyas arcas estaban esquilmadas debido a la deuda contraida por el anterior Gobierno tripartito (PSC, ERC e ICV), todo hay que decirlo. Uno de los motivos de denuncia del sector sanitario es el proceso de privatización, como demuestra el hecho de que, mientras se reducía el gasto en los hospitales públicos, el concierto con centros privados con afán de lucro aumentaba en 56 millones. Así se allanaba el terreno para desmantelar el Instituto Catalán de la Salud (ICS) y traspasar la asistencia sanitaria pública a entes de gestión privada.
El dirigente nacionalista siempre ha culpado al Gobierno central de esos recortes, pues según reiteran Mas y su equipo, el límite de déficit impuesto por el Ejecutivo de Rajoy es «tan escaso como injusto».
Lo que no cuenta el líder de CiU es que nunca se le indicó que recortara en sanidad. Otra cosa es que, tal como demuestran las cifras analizadas por ABC, las prioridades del presidente autonómico hayan sido otras. Y éstas pasan por un proceso nacional hacia el estado propio que cuesta mucho dinero, pues la maquinaria propagandística del derecho a decidir se ha mantenido a un ritmo trepidante. Así, la Generalitat ha destinado desde 2011 casi 400 millones a gastos identitarios. Algunas partidas no solo no han sufrido el tijeretazo aplicado en otros ámbitos, sino que han visto aumentar su presupuesto. Así, mientras Mas recortaba en servicios básicos, pagaba a medios de comunicación afines: más de 26,3 millones recibieron entre 2011 y 2013.
Otro sector beneficiado de las ayudas públicas cuando la crisis se encontraba en su punto más álgido fue el de las asociaciones culturales vinculadas a la divulgación de la cultura y la lengua catalana. El caso más espectacular es el de Òmnium Cultural, asociación que apoya la independencia de Cataluña, y que en 2011, firmó un convenio con la Generalitat según el cual percibiría 1,4 millones en tres anualidades.
Asimismo, entre 2012 y 2013, el Instituto Catalán de Empresas Culturales, dependiente de la Consejería de Cultura, otorgó 14,4 millones a proyectos relacionados con el fomento de la lengua y la escritura en catalán. A esa cifra se añaden los 3,8 millones que el Instituto repartirá en subvenciones este año. La lista es larga y los nombres, algo estrafalarios: Espectacles La Traca, Circ Los, Cobosmika Company o Arriska Films…. Fomentar el deporte catalán costó 1,8 millones en 2013. Y dotarse de juristas que asesoren sobre el proceso soberanista, casi medio millón.
Si hay algo en lo que la Generalitat no escatima recursos es la proyección exterior de la causa catalana. Así, las ayudas a entidades, comunidades o «casals» situado en el extranjero son una constante en los presupuestos. Un total de 600.900 euros se destinaron en 2013 a asociaciones ubicadas en Guayaquil, Kansai, Caracas o Rosario.
Pero el grueso del presupuesto en proselitismo internacional se lo lleva la diplomacia catalana, que cada año supone un gasto de 32 millones, que incluye las seis embajadas situadas en barrios de lujo de Nueva York, Berlín, Londres, Buenos Aires, París y Bruselas. A esas cifras hay que añadir los 11 millones anuales que cuesta mantener las 27 agencias de la red comercial Acció, destinada a fomentar las inversiones extranjeras en Cataluña.
A destacar las partidas concedidas a dedo por la Consejería de Presidencia, pues en 2013 sumaron más de un millón de euros. Se beneficiaron la Asociación de Municipios por la Independencia, la Red de Entidades Cívicas y Culturales de los Países Catalanes o la Asociación de Amigos de la Bressola. El gasto identitario se extiende a otras comunidades como la valenciana, Baleares, Aragón o sur de Francia: es el llamado pancatalanismo o intento de unificar los «países catalanes».
Todos estos gastos se han incrementado con la llegada de 2014, año en el que se cumple el Tricentenario de la guerra de sucesión, cuando según el imaginario nacionalista, Cataluña perdió sus libertades. La celebración cuenta con un presupuesto de 86 millones. Precisamente por tratarse de una fecha señalada se ha elegido 2014 para celebrar la consulta sobre el Estado propio, que dispone de una partida abierta que podría alcanzar los 20 millones. Publicitar todo este universo soberanista también cuesta dinero: 57 millones entre 2012 y 2013.
ABC – 16/08/14