EL MUNDO 31/03/13
…Y Rajoy arriesga su crédito ante las CCAA, incluidas las del PP, y ante los ciudadanos.
El último movimiento de ficha de Artur Mas pidiendo, cuando están a punto de cumplirse los primeros 100 días de su mandato, una reunión secreta con Mariano Rajoy desprende el aroma de jugada a la desesperada para intentar garantizarse la supervivencia política.
La asfixia financiera a la que se ve sometida Cataluña, pese a los duros recortes llevados a cabo en los últimos meses, y el callejón sin salida en el que se ha metido el president prometiendo a los ciudadanos una consulta secesionista en 2014 pactada con una fuerza política asamblearia como ERC le dejan pocas salidas.
Ahora, tres meses después de su agridulce investidura, sin la mayoría arrolladora a la que aspiraba, y en vísperas de tener que presentar unos Presupuestos de guerra, Mas ha decidido pulsar todas las teclas a la espera de que alguna suene y le permita ganar tiempo para reorientar su misión: ofrecer a los catalanes la oportunidad de ejercer el derecho a decidir.
Mas, de hecho, está activando todos los resortes al mismo tiempo. Así, no sólo ha desplegado una estrategia de supuesto acercamiento al Gobierno, imprescindible para asegurarse la financiación que evite el impago masivo, sino que también ha llamado a las puertas del PSC en un intento de buscar un plan B que apuntale a su Ejecutivo si finalmente ERC opta por no respaldar las cuentas que presentará entre abril y mayo.
Pese al oscurantismo que ha desplegado Mas para intentar que sus maniobras pasen desapercibidas -él fue quien solicitó en Moncloa que la entrevista con Rajoy fuera poco menos que clandestina e indujo a que, desde Presidencia del Gobierno, se ocultaran datos y se sembraran informaciones falsas para despistar-, no faltan quienes alertan de que su objetivo último sigue siendo el mismo: dar el paso hacia la independencia.
El líder de Ciutadans, Albert Rivera, advirtió el viernes de que Mas juega a agarrarse a dos «flotadores»: el del Gobierno para conseguir liquidez económica y flexibilizar el déficit y el de ERC para continuar con el proceso soberanista.
En las filas socialistas, Carme Chacón da por hecho que Mas actúa impulsado por el convencimiento de que debe pasar «a la Historia» como el hombre que hizo efectivo el derecho de autodeterminación catalán. Ella es la que más claro afirma que el president ha iniciado una partida en la que se juega su «supervivencia política».
Y tiene difícil marcha atrás, porque sus actuales socios -ERC- no están dispuestos a retroceder en sus aspiraciones independentistas. La apuesta del tándem Mas-Junqueras es la de la ruptura, y, en las actuales circunstancias, condena a Cataluña al bloqueo. De hecho, todas las fuerzas de oposición catalanas -desde el PSC hasta el PP- reprochan al Govern la falta de rumbo para salir de la crisis y la parálisis en la que está sumido.
Mas ha lanzado incluso en las últimas semanas mensajes indirectos a los socialistas catalanes ofertándoles una posible entrada en su Gobierno. Sin embargo, el primer secretario del PSC se resiste. Pere Navarro insiste en que se trata un movimiento táctico con el que Mas pretende mostrar músculo ante ERC, aunque finalmente sólo revela su propio temor ante la posibilidad de que los republicanos decidan no respaldar sus Presupuestos.
Y es que la cita con los números se presenta como una auténtica pesadilla para la Generalitat, sabedora de que Junqueras solo apoyará unas cuentas con recortes de hasta 4.000 millones, a cambio de un compromiso tajante por parte de CiU con la consulta en 2014, que debería conllevar, además, la definición clara de la pregunta que se propondrá a los ciudadanos y que, según ERC, debería incluir la disyuntiva «Estado independiente, sí o no».
La reunión secreta, sin embargo, no sólo ha puesto en evidencia la debilidad extrema de Mas. Rajoy también se juega mucho en ella: para empezar, su credibilidad ante las CCAA, pero también ante los ciudadanos, a quienes reclama sacrificios y a los que ha asegurado que defenderá el pacto constitucional con transparencia y por encima de todo.
Su estrategia frente a la deriva secesionista de la Generalitat ha sido la de esperar, sin entrar en un bucle de declaraciones altisonantes. Desde el primer día, en el Gobierno se mostraron convencidos de que las necesidades económicas obligarían a Mas a llamar a la puerta de La Moncloa, y también desde el primer momento dijeron estar dispuestos a responder a la petición de ayuda. Implícito quedaba el mensaje de que, a cambio, habría que mostrar la voluntad de situarse dentro de la legalidad. Pero esta condición no se planteó expresamente. Mas al final ha ido a Madrid y lo ha hecho para solicitar socorro financiero, pero no ha dado muestras claras de retroceso en su plan soberanista. Se mantiene firme en una huida hacia delante porque lo contrario sería interpretado por sus aliados como una traición.
Si Rajoy acepta conceder márgenes más amplios de consolidación fiscal a Cataluña sin poner claras sus condiciones, será él quien caerá en la trampa. Ni las restantes comunidades, la mayoría gobernadas por el PP, ni la mayoría de los ciudadanos lo entenderán. Fallará la máxima imprescindible do ut des.
La posibilidad de que ahora Cataluña pueda recibir un trato diferenciado, más flexible, en función del reparto de déficit «asimétrico» que ha anunciado el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no ha tardado en despertar todo tipo de suspicacias. Las primeras han llegado de los gobiernos autonómicos, incluidos los del PP. Ninguno de los que han sometido a sus ciudadanos a sacrificios drásticos para cumplir con sus objetivos de déficit aceptarán en silencio que Cataluña, que ni siquiera se ha aproximado a la meta fijada, obtenga ahora una flexibilidad que a ellos se les ha negado siempre.
Y tampoco parecen dispuestas a emprender una revisión del sistema de financiación autonómico hipotecado por los requisitos catalanes. Madrid y Andalucía ya han advertido de que no aceptarán un reparto de los deberes de consolidación fiscal que beneficie sólo a Cataluña. Así, han suscitado resquemor las declaraciones de la presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho, urgiendo a Mas a aprovechar la disposición del Gobierno para negociar un «sistema de financiación singular para Cataluña». El secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, ha dicho que la Junta no permitirá que Andalucía «obtenga menos de lo que le corresponde porque otras CCAA obtengan más». El Gobierno madrileño asegura estar dispuesto a exigir que su comunidad no se vea «perjudicada» si finalmente se produce por parte de la CE una relajación del objetivo de déficit.
EL MUNDO 31/03/13