Mas y Junqueras, en manos de la CUP, anuncian que el proceso no se detiene

ABC 28/09/15

· Pese a no conseguir una mayoría absoluta de votos, Mas insiste: «No aflojaremos»

Adelante con el proceso soberanista. La candidatura de Junts pel Sí, pese a quedarse a más de diez puntos de la mayoría absoluta y perder nueve diputados con respecto a los que CiU y ERC sumaban en el Parlament en la pasada legislatura, se ve legitimada para seguir adelante con sus planes rupturistas. Ganaron las elecciones pero Artur Mas (CDC) y Oriol Junqueras (ERC) quedan en manos de la CUP, izquierda radical, tanto para asegurarse la investidura como para no frenar el proceso independentista.

Pese a ello, los líderes de la coalición comparecieron exultantes. «Que acepten la victoria de Cataluña y la victoria del sí», clamó Mas, lanzando ante los simpatizantes congregados frente el yacimiento del Born –que conmemora los hechos de 1714– una frase que, pese a su posición de debilidad, augura que la inestabilidad política se ha instalado de manera definitiva en Cataluña: «No aflojaremos».

Oriol Junqueras, por su parte, celebró haber «obtenido el mandato explícito para tirar adelante el proceso y conseguir la independencia de Cataluña». «Disponemos de una mayoría más que suficiente para tirar adelante este proyecto, y en las próximas semanas nos tocará desde las instituciones y la calle poner fundamentos para crear este Estado independiente en el que hemos creído y por el que hemos trabajado», añadió.

Atrapados
Atrapados en la propia lógica plebiscitaria que quisieron imprimir a los comicios, anoche Junts pel Sí no pudo en ningún caso celebrar el resultado como una victoria rotunda, inapelable, lo que podría haber hecho con una mayoría absoluta de votos. Con el resultado cosechado, sin embargo, la coalición sí pudo esgrimir que ganó los comicios con claridad, triplicando en apoyos al segundo partido, C’s, pero en ningún caso con una mayoría suficiente para gobernar y seguir adelante con el proceso en solitario. Ganaron las elecciones, perdieron el plebiscito.

Raül Romeva, cabeza de lista, vio los resultados como Mas y Junqueras: «Nadie puede decir que no tengamos ahora la legitimidad para hacer todo lo que hemos previsto». «La gente ha salido a votar consciente de que tenemos una oportunidad histórica», añadió Romeva con semblante circunspecto, mucho más contenido que los de sus compañeros de lista.

Del mismo modo que en 2012 Mas pidió una «mayoría indestructible» para acelerar el proceso secesionista y acabó necesitado del apoyo de ERC, ahora sucede otro tanto, y pese a que retendrá la Generalitat, Mas queda en manos de la CUP. Izquierda anticapitalista, partidaria del impago de la deuda… un horizonte de inestabilidad al que Mas deberá adaptarse.

En este escenario, las incógnitas son muchas. Los aliados de la CUP ya han advertido que para plantearse una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) debería haber una mayoría de votos, no únicamente de escaños, lo que no se ha conseguido. Con el actual panorama, y aunque con la mayoría de la cámara si se suma Junts Pel Sí y la CUP, queda por saber si Mas y Junqueras se atreverán a adentrarse por el camino de la unilateralidad y de la desobediencia sin tener el apoyo explícito de la mayoría de la población catalana. Por las palabras ayer de uno y otro, parece que los planes no se han modificado, aunque Mas apeló a que todas las decisiones se tomarán atendiendo a un «sentido de cohesión e integración» interno en Cataluña, algo que parece inevitable si se atiende a la fractura prácticamente en dos mitades que los resultados del domingo ofrecieron con respecto al debate nacional. Mas aseguró también que actuará buscando la «concordia» con España. «Construiremos este estado entre todos, lo que incluye a la gente que ha votado que no», apuntó Romeva en tono conciliador.

Sin salir del bucle
Por lo que respecta a la gobernabilidad, queda claro que la política catalana se adentra de lleno en terreno desconocido. Para asegurarse la investidura, Mas requerirá ya no solo la abstención de la CUP sino el voto afirmativo de uno de sus diputados para ser elegido presidente en segunda vuelta, mientras que para gobernar se supone que deberá buscar otros apoyos en el Parlament que no sean los de la izquierda radical, cuyas políticas se adivinan incompatibles con un gobierno presidido por Mas. La posibilidad de que la CUP exija su renuncia se abre paso.

Si bien no consiguió una mayoría absoluta de votos, la candidatura soberanista sí celebró que, al menos, las elecciones se llevaron a cabo como un plebiscito. «Todos los que decían que no había ganas de votar que tomen nota», celebró Mas sobre el casi 80% de participación. No ganaron el plebiscito pero el proceso no se para. Cataluña no sale del bucle