ANDONI PÉREZ AYALA-EL CORREO

  • El problema no son las incidencias que protagonicen los ministros, sino la falta de cohesión política en los apoyos al Gobierno

Si bien las polémicas suscitadas en torno a estos temas son las que han tenido mayor proyección mediática, y es lógico que así haya sido dada su indudable actualidad, ello no debe hacernos olvidar otros factores que subyacen en los procesos en los que tienen lugar los hechos referidos y a los que también conviene dedicar atención. Uno de esos factores, que además nos sirve para poder comprender mejor los hechos que vienen sucediéndose, de difícil explicación a veces, es la ausencia de una mayoría parlamentaria cierta, estable y mínimamente coherente capaz de garantizar la continuidad de la legislatura y de proporcionar al Gobierno (de coalición, no se olvide) el respaldo suficiente para que pueda seguir desarrollando su actividad.

Es éste un problema crónico en nuestro sistema político, que se ha dado también en las anteriores legislaturas y que constituye uno de los datos principales (si no el principal) a tener en cuenta para explicar buena parte de las situaciones que vienen sucediéndose. No se puede sostener, por mucho que retóricamente se insista en ello, que el denominado ‘bloque de la investidura’ constituye una mayoría parlamentaria cierta y coherente que permite al Gobierno desarrollar su actividad y llevar a cabo sus propuestas programáticas. Lo ocurrido en la votación del decreto ley sobre la reforma laboral es una muestra ilustrativa.

Aunque lo más habitual suele ser poner el foco mediático en la composición y las incidencias del Gobierno, sobre todo si éste es de coalición y hay divergencias entre sus miembros, conviene tener presente que en un sistema parlamentario el factor que activa el funcionamiento del sistema institucional no es otro que la mayoría parlamentaria, de la que depende la estabilidad y la continuidad del Gobierno. Si ésta falla o es inestable e incierta, como está ocurriendo, el problema no reside en las incidencias que puedan protagonizar los ministros/ as, por más proyección mediática que puedan tener, sino en la falta de cohesión política de la que adolece la mayoría parlamentaria que respalda al Ejecutivo.

Este es el problema fundamental que es preciso afrontar, ya que solo así será posible hallar la salida que permita desbloquear la anómala situación institucional. Se trata de una tarea que presenta dificultades añadidas a la vista del mapa político, no consolidado definitivamente y cuyo proceso de (re)configuración aún no está cerrado, en el que la formación de mayorías estables resulta más complicada que en tiempos pretéritos, cuando no se daba una composición multipartita del Parlamento como la que se da en las últimas legislaturas; lo que hace más compleja y difícil la consecución de mayorías parlamentarias con el suficiente grado de cohesión política.

No debe ignorarse que la conformación de mayorías parlamentarias con cierto grado de cohesión no puede ser nunca el resultado de simples sumas aritméticas, sino más bien de operaciones de álgebra política para despejar las incógnitas que permitan hallar la solución de los problemas planteados. Con mayor razón en un escenario parlamentario multipartito, en el que la cohesión política ha de lograrse en el marco de unas mayorías que, a diferencia de lo que ocurría antes, ahora necesariamente van a tener que ser plurales.

Queda aún por cubrir la segunda mitad de la legislatura, en la que va a haber que desarrollar una importante actividad legislativa que difícilmente podrá ser llevada a cabo si no se cuenta con una mayoría parlamentaria estable y con un mínimo de cohesión política que en la actual legislatura (y en las anteriores) se echa en falta. Abordar esta tarea ha de ser una de las prioridades si se quiere garantizar la continuidad de la legislatura y del propio Gobierno; y también, lo que no estaría nada mal, si se quiere evitar que se reproduzcan situaciones tan chuscas como la última, por ahora, en la votación del decreto ley sobre la reforma laboral.