IGNACIO CAMACHO – ABC – 01/03/16
· El proyecto de Sánchez requiere una investidura fallida. El pacto con C’s es el mecanismo para hacer avanzar la trama.
De ésta no va ser. Salvo que de aquí al viernes alcance a doblegar la resistencia de Podemos poniéndole a Albert Rivera unos cuernos-exprés de intensidad proporcional a la de su reciente romance político, Pedro Sánchez seguirá este fin de semana sin ser presidente del Gobierno. Pero eso lo tiene descontado desde que asumió el encargo del Rey; su plan requiere más plazo. Lo que culminará el viernes es la primera parte de un proyecto que viene tejiendo con una mezcla de improvisación y paciencia. La fase destinada, más que a proporcionarle la investidura, a consolidarlo como candidato.
Desde el 20 de diciembre, Sánchez sabe que sólo puede llegar a La Moncloa con la ayuda de Pablo Iglesias. Su idea inicial era ablandar la resistencia de su partido haciendo desfilar a Rajoy como vencedor electoral para, una vez tumbado el intento, ofrecerse de alternativa natural antes del fracaso. La espantada marianista le obligó a modificar la táctica. Para poner en marcha el proceso necesitaba una investidura fallida y sin la del presidente ya sólo podía ser la suya propia.
El pacto con Ciudadanos es el mecanismo de arranque, el mcguffin que hace avanzar la trama. El que le permite consolidar su imagen de negociador, sortear a los barones y salir vivo de un debate que va a perder. El que le ofrece margen suficiente de legitimidad y de tiempo para abordar la única alianza que puede darle la Presidencia con este Parlamento. El que le facilita un argumento blanqueador de su verdadera intención de partida: si el PP no quiere apoyar un acuerdo moderado, él irá a buscar a Podemos como única salida del bloqueo antes de unas nuevas elecciones en las que, de todas formas, ya nadie podrá cuestionarlo como cabeza de cartel del PSOE.
Rivera ha accedido a dejarse utilizar porque le conviene cualquier escenario en que aparezca como un político flexible y pactista. Su resultado electoral lo invalidaba como bisagra útil, y su estrategia ha consistido desde entonces en construir para C’s un papel de fuerza constructiva y dialogante. Le ha salido bien: sus expectativas se han reforzado. Si al final se ve desplazado siempre podrá decir que por él no quedó el esfuerzo. En un eventual regreso a las urnas, los ciudadanos premiarán al que haya parecido menos intransigente.
En la función de teatro que hoy se estrena lo importante es hacerse con roles potentes y bien caracterizados, posiciones simbólicas reconocibles. A esa determinación de atributos corresponde el primer acto, en el que a Rajoy le tocará desempeñar la parte más antipática del libreto. El desenlace está abierto, pero sólo a dos opciones, las mismas desde el principio: coalición de izquierdas o elecciones. Con el protagonismo que el presidente le ha concedido, Sánchez confía en el vértigo de la cuenta atrás. Llegará herido a la primera caída del telón, pero esta representación no acaba el viernes, sino en mayo.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 01/03/16