TEODORO LEÓN GROSS-ABC
- Tras las elecciones gallegas, olvidarán todo lo dicho (marca de la casa) para alargar dos años esta legislatura
¡Oh, cielos! Nadie hubiera podido prever este desenlace, cuando todo parecía una solución brillante para mejorar la convivencia de España con «políticas de normalización»: ir a unas elecciones defendiendo que la amnistía es inconstitucional y acusando a Junts de haber jugado con fuego poniendo en riesgo la estabilidad de España y Europa con sus coqueteos hacia Putin, pero ver una oportunidad aritmética de aferrarse al poder y convertir a ese partido de carlistas xenófobos en protagonistas de la ‘mayoría progresista’; ir a una negociación opaca bajo la amenaza puigdemoníaca de hacerte «mear sangre» y acabar haciéndolo con la humillación de rendir pleitesía en su santuario al prófugo huido a Waterloo con una escenita de sofá bajo el mural de La Urna Sagrada del 1-O de 2017; y más «mear sangre» firmando un documento donde compras el relato indepe del victimismo de quienes orquestaron el golpe contra el orden constitucional y asumiendo la culpa del Estado represor; y más «mear sangre» aprobando comisiones para sembrar la duda sobre los jueces con el relato de la guerra sucia judicial (‘lawfare’); colocar un letrado mayor de observancia socialista para asegurarte un dictamen favorable bajo los futuribles del Tribunal Candidocional mientras se suceden las dimisiones avergonzadas de letrados y secretarios de las Cortes; permitir que los delincuentes redacten ellos mismos la ley con la que autoamnistiarse; afinar el texto para que los delitos de corrupción de los malversadores queden amnistiados; volver a afinar el texto para que los actos de terrorismo queden amnistiados, con la brillante idea de tragar con un terrorismo friendly que no violenta los Derechos Humanos… Después de todo esto, ¿qué podía salir mal?
Pues allí se veían los diputados del PSOE votando sí a la ley sonrojante que Junts les había impuesto a base de mear sangre mientras Junts se daba el lujo de votar no a su propia ley para que el PSOE aún tenga que mear más sangre, dentro de lo que Sánchez llama «política de normalización» –¡y vaya normalización!– a la que todavía le falta el último capítulo, fácil de prever: tras las elecciones gallegas, donde los socialistas arriesgan un desastre a la medida de sus políticas de convivencia tras sacrificar la igualdad de los españoles en una España de dos velocidades con ciudadanos de primera en Cataluña y País Vasco, olvidarán todo lo dicho (marca de la casa) y volverán dispuestos a mear sangre para garantizarse el apoyo a los presupuestos con los que alargar dos años esta legislatura agónica. Hay tiempo, tras las gallegas, para mear sangre hasta amnistiar también la alta traición y todo el terrorismo, dejándose de bobadas como ésa de los derechos humanos. Sánchez ha levantado un Muro contra sus adversarios, a los que ya deshumaniza como fachosfera, para garantizarse un bloque excitando la lógica identitaria de las dos españas. ¿Que qué puede salir mal? Todo va a salir mal.