Miquel Giménez-Vozpópuli

Dice Irene Montero que si la ley del sí es sí pone en libertad a violadores será porque hay jueces fachas. Claaroo.

El árbitro considera la equidad; el juez, la ley. Lo sentenció Aristóteles sin necesidad de perspectiva de género ni un master apañado. Ahí radica la grandeza de la judicatura, aplicar la ley, sea buena o no. Porque la misión del togado es la aplicación proporcionada y justa de algo que no ha redactado. Un juez no puede inventarse el Código Penal o sacarse la manga una ley orgánica. De ahí que el poder ejecutivo, que es quien propone las leyes, y el legislativo que es quien debe aprobarlas, debieran ser muy cuidadosos. Y, por descontado, no dejar tales asuntos en manos de personas cuyos únicos conocimientos jurídicos se remiten a saber si al dar el cambio en la caja registradora de un supermercado lo han hecho bien o mal.

Uno no puede batanear el código penal como el que da patadas a una pelota de playa

Los resultados de experimentar con la legislación, un entramado farragoso, inextricable y en no pocas ocasiones injusto son siempre nefandos. Uno no puede batanear el código penal como el que da patadas a una pelota de playa. Si suman a la ignorancia un ego abrumador tendrán como resultado lo que le pasa a la ministra de igualdad. Cuando se planteó la ley del sí es sí hubo gente que advirtió acerca del resultado que podía producir tamaño desastre. Sin ir más lejos, la senadora de Navarra Suma, Ruth Goñi, advirtió en la Cámara Alta de que esta ley de marras no tan solo no iba a proteger más y mejor a las mujeres sino que, por el contrario, supondría una rebaja de penas para los agresores, para esos depredadores sin conciencia ni escrúpulos que merecerían estar encerrados el resto de sus vidas. Machista, le dijeron las podemitas; machistas, dicen ahora a los jueces que no hacen otra cosa que aplicar ese bodrio de ley; machista, claman contra el Consejo General del Poder Judicial, que ha tenido que salir en defensa de los magistrados.

¿Nadie advirtió que reducir las horquillas en las penas mínimas por este tipo de delito causaría un aluvión de solicitudes de revisión de condena? ¿De verdad son tan bobos?

Todo porque Irene Montero ni nadie de su equipo tenía puñetera idea del desastre que estaban pergeñando, por ese amateurismo que lleva a gente apenas preparada para regentar un quiosco a dirigir un ministerio con un presupuestazo, por negar la mayor. ¿Nadie advirtió que reducir las horquillas en las penas mínimas por este tipo de delito causaría un aluvión de solicitudes de revisión de condena? ¿De verdad son tan bobos? Es como, aunque no tenga que ver, rebajar el delito de malversación. ¿Nadie prevé las miles de reclamaciones que van a hacer las aves rapaces del erario público, empezando por los separatistas y acabando por los socialistas andaluces del ERE?

Ahora no sirven las salidas de pata de banco y decir que eso es cosa de los jueces machistas porque la culpa es de usted, ministra, de su equipo y de hacer unas leyes que son una birria ya no por el contenido sino por el andamiaje legal. Usted y su camarade la señora Rosell, eterna candidata podemita a sentarse en los más altos organismos judiciales de la nación, pueden desgañitarse hasta la afonía con lo de machistas y tal. Pero eso no ocultará que son unas chapuceras y no saben hacer la ley con un canuto. Y uno se pregunta que, si en este asunto, que pretendía ser la ley “estrella” de su ministerio en esta legislatura, meten la gamba de esta manera, que no harían si les compitiese, no sé, las Fuerzas Armadas, las de Seguridad, el CNI – ahí estuvo Pablo y no sabemos muy bien para qué – o las relaciones con Rusia.

Eso sí, mecachis con los jueces machistas.