Kepa Aulestia-El Correo

Las elecciones solo requerirían un mes de junio entero sin contagios, en el que ciudadanos y partidos recuperen la libertad y el pulso políticos

El lehendakari Urkullu volverá a reunirse con los partidos vascos en el cuarto día de la Fase 1. Cuando, si se cumplen las previsiones, la desescalada haya relajado también a los dirigentes políticos más reacios a que se convoquen elecciones en julio. Actitud que obedecería tanto a la preocupación por la persistencia de un riesgo alto de contagio dentro de dos meses, como a la presunción de que el PNV opta por ese momento como una oportunidad para sacar ventaja respecto a sus adversarios. De confirmarse la primera objeción, será porque el desconfinamiento resulte precipitado y debamos volver a recluirnos. En cuyo caso poco importaría que se volviesen a desconvocar las autonómicas. La segunda objeción se basaría en el supuesto de que si los jeltzales prefieren julio se debe a que necesitan confrontarse electoralmente cuanto antes. Mientras el recuerdo del voto anterior permanezca entre los ciudadanos, la omnipresencia del lehendakari prevalezca sobre el confinamiento de los demás candidatos, y la desescalada no haya llegado todavía a activar la contestación social tras la pandemia.

Pero quienes manejen ese cálculo de interés o quienes lo teman podrían equivocarse igualmente. El ánimo ciudadano es por hoy inescrutable en cuanto a sus inclinaciones. Es muy probable que varíe cada día, en una sociedad que tiene porqué agradecerse a sí misma el esfuerzo que está realizando, y a nadie más que a los profesionales sanitarios y de otras tareas esenciales. Ni el PNV tiene razones para verse agraciado por el favor del público en un julio electoral, ni los demás partidos tienen motivos para temer que puedan quedar eclipsados por la incipiente «nueva normalidad».

El problema que tienen es otro, y lo tienen también los jeltzales. Es el de la discrepancia difusa en la que se mueven. Urkullu cuestionando que el estado de alarma deba seguir utilizándose como artefacto jurídico hasta finales de junio, pero sin precisar de qué otro modo podría restringirse la libre circulación y otros derechos en caso de ser imprescindible hacerlo frente a la epidemia. El socialismo de Mendia reclamando «lealtad» institucional al presidente del Gobierno de coalición del que forma parte. Y los demás grupos mostrando su incomodidad porque el lehendakari se erija en «autoridad única» e impermeable frente a la pandemia, pero sin proponer acciones alternativas a las del Ejecutivo autonómico. Las elecciones de julio solo requerirían un junio entero sin contagios, en el que ciudadanos y partidos recuperen la libertad y el pulso políticos.