Luis Ventoso-ABC
- ¿No hay responsabilidad del Gobierno balear por las farras donde se contagiaron los chavales?
Durante la fase más aguda de la pandemia, en 2020, nos decían que a comienzos de este año arrancaría la gran remontada de la economía española. Ole… Sin embargo el PIB ha caído un 0,4% en el primer trimestre. ¿Por qué? Pues por el frenazo que supuso la tercera ola del Covid. ¿Y qué hizo nuestro mayestático mandatario para evitarla? Nada. Ponerse de canto, lavarse las manos, preparar los indultos y traspasar el embolado de la epidemia a las comunidades. Una vez levantado el estado de alarma, tampoco quiso legislar para que el Gobierno pudiese dotarse de instrumentos estatales de control.
Pero la irresponsabilidad no es exclusiva de Sánchez y las administraciones. Ante la decisión del Gobierno de Baleares de recluir en cuarentena en un hotel a estudiantes susceptibles se haberse contagiado, los padres de los tiernos infantes han puesto el grito en el cielo. ¡Nuestros niños están secuestrados! Algunos incluso han invocado el ‘habeas corpus’. Tanto rigor jurídico contrasta con la doméstica laxitud de esos mismos papis, que dieron luz verde a sus hijos para que se marchasen de farra de fin de EBAU a Mallorca estando el país todavía en pandemia. ¿O acaso pensaban que esos expedicionarios de 17 años, la edad más lúdica e intrépida del alboroto hormonal, se iban a dedicar a leer a Ernst Jünger bajo una palmera y observar estrictamente los protocolos de prudencia sanitaria? Era evidente que se iban de cumbia a las islas y que la mascarilla iba a durar en sus caras lo que Macedonia en la Eurocopa. Y así ocurrió.
La tercera pata de esta memoria de un cachondeo la protagoniza el Ejecutivo de Baleares, formado por PSOE, Podemos y los catalanistas de Més. Se han puesto muy serios con la reclusión de los chavales (a los que ha acabado liberando el juzgado), pero han estado silbando mientras se desarrollaba la farra. Hubo bolingones varios en playas y terrazas. Hubo un enorme concierto de reguetón en la plaza de toros de Palma, donde los artistas, los promotores y el público se fumaron todas las medidas de prevención. Hubo fiestas y botellones. Y hubo 1.800 estudiantes de media España contagiados, lo que da idea de lo bien que veló el Gobierno superprogresista de la gran Francina por mantener las elementales medidas de control.
Como guinda, un último cachondeo: mientras las teles nos cuentan con todo detalle los avatares de los chavales, no hay una sola crítica a la negligente abulia de los gobiernos de España y Baleares, que posibilitaron que surgiese el brote.
(P. D.: La variante Delta ya está creando problemas en Portugal, Reino Unido y otros países. Es obvio que aquí también va a dispararse, como garantiza el hecho de que Simón aseguró en su día que resultaría muy poco significativa. ¿Y qué hace el Gobierno? Pues retirar la mascarilla de las calles porque le viene bien a Sánchez para distraer al país del oprobio de sus indultos. Singular estadista: es capaz de predecir al detalle la España del 2050, pero prefiere no coscarse de los problemas que tiene ante sus ojos).