Merkel y Hollande alertan contra los «demonios de los viejos nacionalismos»

ABC – 30/05/16

· La canciller y el presidente renuevan el eje franco-alemán ante el desafío populista.

Angela Merkel y François Hollande celebraron ayer con extrema solemnidad el centenario de la épica batalla de Verdun, entre el 21 de febrero y el 19 de diciembre de 1916, presentándola como un símbolo de las atrocidades fratricidas de los pueblos europeos, campo de tumbas donde floreció la esperanza de una reconciliación indispensable para toda la civilización europea.

La canciller de Alemania y el presidente de Francia evitaron cuidadosamente los más delicados e inflamables recuerdos, para centrarse en el «indispensable proyecto común» de una Europa protectora para los viejos Estados víctimas de los demonios nacionalistas durante la Gran Guerra (1914-1919).

Ante la alcaldía de Verdún, la ciudad símbolo, la ciudad mártir, donde cayeron 300.000 soldados alemanes y franceses, Angela Merkel celebró el «nuevo espíritu» de Verdún: «Ese nombre es un símbolo de la atrocidad absurda de la guerra. Pero, no lo olvidemos, ese símbolo también ha sido una lección trágica de la reconciliación franco-alemana».

François Hollande, por su parte, recurrió a Verdún para evocar una esperanza común para toda Europa, en estos términos: «Verdún es celebrada, por vez primera, no como símbolo de sufrimiento y tragedia, sino como mensaje de esperanza». «Verdún –continuó Hollande– es una ciudad que representa, a la vez, lo peor y lo mejor de Europa. Verdún evoca el lugar donde la sangre derramada hundió a Europa en una fosa común. Un siglo más tarde, Verdún simboliza hoy la capacidad de invertir, la capacidad de unir, la gran esperanza de paz sellada con la reconciliación de Francia y Alemania».

Un nombre proscrito

Fieles a la magna herencia de sus grandes antecesores –De Gaulle y Adenauer, Giscard y Schmidt, Mitterrand y Kohl–, la canciller de Alemania y el presidente de Francia evitaron cuidadosamente la evocación de los símbolos menos ecuménicos de Verdún, comenzando por la figura del mariscal Petain.

Entre la Gran Guerra (1914-1919) y la Segunda Guerra Mundial (1940-1945), Petain fue el gran héroe nacional francés, el vencedor de Verdún. Ocupada Francia por el ejército imperial alemán del III Reich, Petain pasó a encarnar el símbolo de una Francia humillada presta a colaborar con Hitler.

Setenta años más tarde, esa herida trágica no está definitivamente olvidada. Angela Merkel y François Hollande evitaron evocar ese nombre (Petain), indisociable de la gran batalla de Verdún que la canciller y el presidente evocaron como encrucijada de una nueva Europa, protectora de unos pueblos en otro tiempo abandonados a las furias de una guerra civil continental.

Enterrada en la tumba de las bibliotecas y la memoria enfrentada de una tragedia común, la canciller y el presidente evocaron en Verdún los temas más candentes y no menos cruciales del futuro europeo común: la crisis de la deuda de la zona euro, la salida de la crisis griega, la crisis de los refugiados, la preparación de la cumbre europea de junio, tras el referendo británico sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea (UE).

No todo es armonía

La Francia de Hollande y la Alemania de Merkel tienen ante todos esos problemas, entre otros (Ucrania, Siria), puntos de vista que ambas partes intentan aproximar, para evitar más tensiones. Desde hace meses, los portavoces alemanes subrayan con mucha timidez la inquietud alemana ante la fragilidad de la Francia de Hollande, en crisis política de fondo e imprevisible calado. Ante la crisis griega y la crisis de la deuda, la pareja HollandeMerkel tiene posiciones paralelas: Berlin contempla con inquietud la timidez de París en el terreno de las reformas estructurales de fondo, indispensables para cumplir el pacto fiscal europeo.

ABC – 30/05/16