Mintegi coacciona a la Ertzaintza para obstaculizar una detención

EL MUNDO 16/05/13

«La consejera [de Seguridad] me ha dado su teléfono; o ustedesse controlan o la llamo» advirtió la líder de Bildu a los agentes

«No quiero volver a ver un desalojo de esa manera. Y, si lo vuelvo a ver, llamo a Estefanía Beltrán de Heredia».
La portavoz de la izquierda abertzale en el Parlamento vasco, Laura Mintegi, se encaró con uno de los responsables del fuerte operativo que la Ertzaintza, con 300 efectivos, llevó a cabo ayer en Ondárroa (Vizcaya) con el objetivo de detener a Urtza Alkorta, condenada a cinco años de cárcel por ayudar a varios comandos de ETA. Mintegi, presente en el lugar, apoyó el muro popular que levantaron los radicales y amenazó a los agentes con quejarse ante la consejera de Seguridad. En tono despectivo, llamó a la Ertzaintza una policía «española».
Los simpatizantes de la izquierda abertzale, pertrechados con ponchos y ropa de abrigo contra el frío y la lluvia, pasaron la noche en vela en Ondárroa para respaldar a Urtza Alkorta, una colaboradora de comandos de ETA que han atentado contra las obras del AVE del País Vasco o incluso contra la comisaría de la Ertzaintza de su propio pueblo en 2008. La misma Policía vasca que entonces fue víctima de los terroristas acudió ayer a primerísima hora a esta localidad costera, un feudo independentista situado justo en el linde entre Vizcaya y Guipúzcoa, desplegó 300 agentes antidisturbios y, tras un operativo laborioso de más de tres horas, consiguió arrestar a Alkorta.
Y todo pese a la resistencia que plantearon contra la Ertzaintza los abertzales, que estuvieron capitaneados por tres importantes dirigentes de EH Bildu, Laura Mintegi, Maribi Ugarteburu y Unai Urruzuno, todos ellos miembros del Parlamento vasco desde las pasadas elecciones, y por otros cuadros locales de la coalición independentista que Sortu mantiene con EA, Aralar y Alternatiba. Los allí congregados, jóvenes y no tan jóvenes, bloquearon un puente peatonal sobre el río Artibay para que los policías no llegaran hasta la «trabajadora incansable para la resolución del conflicto vasco», como definieron a Alkorta los organizadores del muro popular que ha dilatado durante cinco días el arresto, ordenado por la Audiencia Nacional. Se llegó a especular con que la pasarela no soportaría el peso, pero no pasó nada.
Lo tenían ensayado de días anteriores y sabían cómo colocarse para entorpecer la detención. Cuando aparecieron las lecheras de la Ertzaintza, tomaron posiciones, se sentaron sobre el puente y montaron la barrera humana. La Policía autonómica, cuya contundencia venía cuestionada por la carga de 2012 en la que falleció un aficionado del Athletic de Bilbao, Iñigo Cabacas, prescindió de las pelotas de goma e incluso del nuevo armamento antidisturbios que las sustituye y optó por desalojar uno a uno a los presentes hasta llegar al centro del puente y aprehender a la acusada, que tiene pendiente de cumplir una condena de cinco años de prisión dictada por el Tribunal Supremo.

Es exactamente el mismo procedimiento limpio que la Ertzaintza utilizó en San Sebastián hace unas semanas, cuando la izquierda abertzale estrenó este sistema de barreras humanas para entorpecer las detenciones ordenadas por la Audiencia Nacional, en aquel caso contra militantes de Segi. Fue en esos instantes en los que los agentes se afanaron en retirar a mano a los abertzales que blindaban a Alkorta cuando se vivieron los momentos de mayor tensión.
Mintegi, Urruzuno y Ugarteburu, esgrimiendo su condición de aforados, quisieron velar por que la Ertzaintza no se propasara. «¡Del cuello, no!» o «¡con cuidado, hombre!» fueron algunas de las expresiones más repetidas por Mintegi, cuya paciencia estuvo a punto de desbordarse por momentos y advirtió a uno de los mandos al cargo del operativo de que iba a llamar a su jefa, la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, para quejarse.
Mintegi y la consejera del PNV conversaron por teléfono antes del operativo y, según repitió a los ertzainas, Beltrán de Heredia le había ofrecido su número por si pasaba «cualquier cosa». «No quiero volver a ver un desalojo de esa manera. Y si lo vuelvo a ver, llamo a Estefanía Beltrán de Heredia», le insistió la portavoz independentista al policía. Éste le replicó que utilizara su influencia para calmar los ánimos entre los abertzales, porque más que «resistencia pasiva» algunos optaron por la «resistencia activa». No lo terminó de hacer, en parte también porque la situación se calmó conforme pasaban los minutos.

«En otra situación habría detenido a todos. Es resistencia activa. Es delito», llegó a decir el mando, también visiblemente enojado en un punto de la mañana por sus continuos encontronazos con Mintegi y con Urruzuno, al que se le llegó a advertir desde la Policía vasca de que podía ser arrestado si continuaba cuestionando la intervención. Tampoco este agente detuvo a todos. Ni siquiera a Urruzuno. Apenas hubo dos arrestados por desacato y ocho identificados.
Cuando la operación terminó, Mintegi se quejó ante los medios de comunicación de que la Ertzaintza, en vez de la Policía vasca, es un «brazo de la Policía española». La dirigente de EH Bildu habló también de «una policía que viene a detener a ciudadanos vascos precisamente por defender los derechos de este pueblo», en referencia a la condenada Alkorta. Beltrán de Heredia no tardó en responder a Mintegi: «¿Qué podemos esperar de aquéllos que aspiran a gobernar un país sin estar dispuestos a respetar la legalidad vigente?». Fuentes del entorno de la consejera puntualizaron, además, que en su conversación con Mintegi se limitó a pedirle «responsabilidad» sobre lo que pudiera ocurrir en Ondárroa.