Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

El domingo pasado abríamos la sección de Economía de este periódico con la excelente noticia de que la recaudación de impuestos en Euskadi ha crecido el doble que la economía desde 2018. Mientras que la primera ha aumentado un 21,57%, la segunda lo ha hecho en un 12,32%. Siempre se ha dicho, y es verdad, que la mejora de la economía induce una mayor recaudación. El empleo provee más IRPF, además de mayores cotizaciones sociales, induce más consumo, lo que genera más IVA y lo lógico es que todo sea consecuencia de mejoras previas en las cuentas de las empresas, lo que proporciona mas dinero a través del Impuesto de Sociedades. Si a todo eso le añade otros tributos que aumentan con la actividad el resultado es obvio.

Pero algo ha tenido que pasar para que la diferencia entre el crecimiento del PIB y la recaudación haya tenido un comportamiento tan dispar a favor de la segunda. Los mal pensados opinarán que se ha podido deber a una mayor presión fiscal, consecuencia de una peor adaptación de los tipos impositivos a los aumentos de la inflación.

Sea como sea, la noticia es excelente, sin duda, para los técnicos que gestionan la recaudación y extraordinaria para los políticos que la distribuyen, pues tienen mucho más dinero para regar entre los votantes, que estarán más contentos, y más capacidad para ampliar plantillas con conocidos en las sociedades públicas y en las oposiciones de empleos públicos. También les ha llegado para reducir algo la deuda justo cuando suben los tipos de interés y aumentar la inversión, aunque no le puedo identificar dónde ha sucedido tal cosa.

También, y como los gastos realizados efectivamente son siempre menores que los presupuestados inicialmente, los remanentes crecen hasta los 2.000 millones. Una realidad que debería abochornar a nuestros políticos, pues detraen de nuestros bolsillos cantidades que luego no utilizan.

¿Cuál es entonces la justificación de tan desagradable extracción? Podrían devolverlo a su lugar original, pero esa debe ser una opción que no contemplan, pues nunca la aplican.

El próximo domingo tenemos elecciones ¿Qué hará el Gobierno vasco que saldrá de ellas? Pues lo mismo que el que las ha convocado. Llevamos años sin usar las potencialidades del Concierto Económico y haciendo seguidismo fiscal de la Hacienda central y eso mismo haremos. Los nuevos tiempos de la financiación autonómica van a complicar mucho los devaneos particulares y no veo ningún ánimo entre quienes detentaron el poder y entre los que lo van a detentar -no dude que serán los mismos aunque quizás con distinto ánimo- para cambiar el paso. Apriete la cartera, aunque ahora que lo pienso, no le servirá de nada…