En el País Vasco todo se celebra con alguna comilona, también el crimen. En Hernani, probablemente, con chuletón, o txuletón en lenguaje borroka, más popular que las kokotxas. Antes, el fútbol, luego, el mus, y durante y después, los vivas habituales a ETA y sus asesinos. Y que siga la fiesta.
He visto algún gesto de incredulidad, incluso de cachondeo, ante la prohibición del mus del juez Grande-Marlaska. Y de la comida popular y del torneo de fútbol-7 de Hernani. Pues menos asombro y cachondeo porque así se hace enaltecimiento del terrorismo todos los días en el País Vasco. Mucho más que en los mítines. Y, afortunadamente, Marlaska lo sabe y no le tiembla la mano para intervenir en el corazón del sostenimiento social de ETA.
Lo único asombroso y muy poco divertido es lo que se ha tardado en combatir esa legitimación terrorista en la vida cotidiana. José Mari Calleja explicó muy bien en qué consistía en aquel su estupendo libro «Arriba Euskadi» (2001). También fue Calleja quien popularizó la expresión «Y otra de kokotxas…» para resumir la indiferencia social ante el terror. Y es que en el País Vasco todo se celebra con alguna comilona, también el crimen. En Hernani, probablemente, con chuletón, o txuletón en lenguaje borroka, más popular que las kokotxas. Antes, el fútbol, luego, el mus, y durante y después, los vivas habituales a ETA y sus asesinos. Y que siga la fiesta.
Lo que explica el mantenimiento del apoyo a Batasuna, o los preocupantes datos sobre jóvenes y terrorismo del último informe del defensor del pueblo vasco, todo eso que los buenistas o, simplemente, parte de la izquierda, dicen que hay que integrar. Porque son muchos, porque están por todas partes, porque la simpatía por ETA es de lo más común, porque no deben de ser tan malvados esos tipos tan normales que juegan al mus, se zampan el txuletón y defienden a sus queridos terroristas.
Tan normales y tan corrientes que hemos llegado a 2009 y aún dominan la calle. A falta de suficientes Marlaskas y de un nuevo Gobierno vasco como éste que conoce muy bien el mus etarra y se dispone a acabar con la tradicional fiesta criminal.
Edurne Uriarte, ABC, 5/9/2009