Miquel Giménez-Vozpópuli
  • El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña procesa a Laura Borrás, presidenta del parlamento catalán. Malversación, prevaricación, fraude y falsedad documental. Muy patriótico

La Molt Honorable Senyora Laura Borrás ha insistido, como toda la banda que se ampara tras la estelada, que lo suyo es pura persecución por parte de ese gobierno de España, una España inquisitorial y malvada de la que, sin embargo, se lleva anualmente 155.570,52 euros, lo que la convierte en el cargo público mejor pagado de Cataluña, que ya es decir. La cosa viene de lejos, de cuando doña Laura, que siempre ha sido un pilar del movimiento separatista, ostentaba la presidencia del Institut de les Lletres Catalanes. Allí, supuestamente, fraccionó pagos en beneficio de un amigo suyo en lo que, en palabras del juez, supuso un abuso de sus funciones puesto que dictó resoluciones injustas que perjudicaron a dieciocho contratradores. Lo de siempre, esto se lo lleva mi amigo, mi hijo, mi nieto o mi colegui compi yogui.

Borrás, que decidió no dimitir cuando se la imputó por vez primera, muy flamenca ella, conculcando todos los códigos éticos habidos y por haber – estos son los de la república limpia, honesta – veremos qué hace ahora. Para ganar tiempo cuando se la procesó en marzo pasado, la señora de amarillo recurrió alegando que se había vulnerado su derecho a la defensa. Joer, odiarán España pero saben de leyes más que Perry Mason. Y como la justicia es muy mala y siempre va en contra esos purísimos seres de luz que son los lazis, el tribunal aceptó el recuso y dijo, hala, defiéndase mejor si así lo considera que por nosotros no ha de quedar. Pues bueno, tras estos meses, y después de haberse producido nuevos interrogatorios, el TSJC dice que la procesa porque, según el alto tribunal, perjudicó a otros que aspiraban a los contratos “con plena conciencia” de que sus actos “entraban en contradicción con las exigencias de la legislación que regula la contratación del sector público”. Total, Fiscalía tiene ahora diez días para presentar su escrito de acusación que tiene más que redactado y doña Laura deberá marcharse de su poltrona parlamentaria desde la que ha hecho auténticas barrabasadas, desde privar del uso de la palabra a diputados de Ciudadanos hasta amenazar a diputados del PP, interpretando el reglamento como le ha salido de la estelada y pasándose las normas, usos y cortesía parlamentaria por el Pi de Les Tres Branques.Borrás ha supuesto a la presidencia de la cámara lo que el Zotal a la cosmética. En mi tierra siempre ha existido un cierto aprecio por las formas, no por educación, sino por cobardía. Pujol decretaba tu muerte civil, sí, pero lo hacía empleando pronoms febles y citando al poeta Foix. Borrás, en cambio, pertenece a esa nueva generación de separatistas trabucaires, echados al monte de la subvención y la galbana, que son aspaviento puro. Desconocen esa finezza que Andreotti juzgaba imprescindible en política porque jamás precisaron de ella para hacer su santa voluntad. Su germen pura y simplemente etnocéntrico los lleva a considerar que no deben dar ningún tipo de explicación a nadie que no sea de los suyos, y a veces ni eso. Ahora habrá que ver cómo queda Junts, ese club privado de Cocomocho, y a quién ponen como busto parlante en el recinto del parque de la Ciudadela. Yo apostaría por Pilar Rahola. Aunque no sea diputada, daría tardes de gloria y, visto lo que cobraría, nos saldría más barata que haciendo lo mismo pero en emisoras que pagamos también entre todos. No se rían, que a veces es cierto aquello de que no hay mal que por bien no venga. Y si no, pues que pongan a la mujer de Puigdemont, que solo se lleva seis mil leuros mensuales por cuatro entrevistas. Seamos generosos, caramba.