IÑAKI EZKERRA-EL CORREO

  • Para Sánchez, Yolanda Díaz está bien para darle los votos para seguir gobernando

No es una consigna del poder que determinados medios de comunicación adoptan por intereses o servil sumisión. Es algo más estúpido: un mecanismo mimético que funciona acaso por mero aburrimiento. De pronto a alguien le da por redescubrir a una figurita de la estantería política nacional que hasta ahora había pasado desapercibida -Yolanda Díaz, pongo por caso- y empiezan un montón de voceros a hacer seguidismo del redescubrimiento, a sacarle un inusitado brillo al personaje; a ver en él una esperanza blanca de un panorama negro. Es como si se enamoraran de repente de una prima de toda la vida que ha guapeado con el sol de un verano.

Ahora le toca a Yolanda Díaz en efecto. Ya he oído a más de una lumbrera de nuestra derecha mediática ver en ella una sólida promesa para la izquierda, una mujer preparada, una líder consistente. Da igual que la consistencia de su proyecto político para nuestro país se base en ese modelo de capitalismo de Estado en el que han derivado típicamente todos los comunismos y sus parodias latinoamericanas. Yo creo que detrás de esa fascinación que no la escucha (porque si la escuchara la temería) hay mucho machismo. Unos buenos modales, una vocecita de niña bien y un simplón cambio de imagen han servido, en la España ésta de la crónica social, para que bajen la guardia los que temían a Alberto Rodríguez por las rastas. El error de Alberto Rodríguez ha sido no cambiar de look para enamorar a los tertulianos.

A Yolanda Díaz los suyos la llaman La Fashionaria, pero su éxito está en que cultiva esa misma estilosidad de Reina Letizia que le sale mal a Begoña Gómez. Su verdadero rival, sin embargo, no es la presidenta consorte, sino el presidente, al que ha superado en la careta de plástico y en el gancho político. Como todo machista, éste quería una asistenta que le hiciera la cama del poder y ahora teme que se la haga en el peor sentido. Curiosamente a Yolanda Díaz le pasa en la izquierda de Sánchez lo que a Isabel Díaz Ayuso en la derecha de Casado: sus jefes temen que una y otra se les suban a la parra. Salvando las distancias de valía que hay entre las dos, el problema que ambas tienen es el de las mujeres de los años 60. Se podía aceptar que fueran cultas o preparadas, pero no que llevaran la contraria a sus maridos y dejaran ver que eran más listas que ellos delante de terceros. En fin, que para Sánchez, la ‘it ministra’ está muy bien para darle los votos que le permitan seguir gobernando, pero sin pasarse. Como, para Casado, está muy bien la Ayusita para darle los votos en Madrid que nunca hubiera soñado, pero no para mandar en el aparato. ¿A ver si van a tener razón los que dicen que no hemos salido del franquismo?