TONIA ETXARRI-EL CORREO

  • El PNV coincide con Sánchez en el interés por callar a la presidenta más votada del PP

Con el pulso suicida que están protagonizando en el PP quienes se disputan el control orgánico del partido en Madrid, Pablo Casado está sirviendo en bandeja a Pedro Sánchez una prórroga en el poder. A pesar de que las encuestas son favorables al centroderecha y de que las colisiones y desaciertos en el Gobierno de La Moncloa le están provocando a Sánchez un manifiesto desgaste. El choque en el PP es un regalo para los socialistas y la izquierda comunista, y, de paso, para los nacionalistas que necesitan a Sánchez. Un regalo servido en bandeja del que Vox también sabrá sacar provecho. Casado ha impuesto el silencio sobre este conflicto que se les está yendo de las manos. Y el alcalde Almeida se fue de fin de semana para quitarse del medio. ¿Cómo se enfría una crisis si no se pacta de urgencia un acuerdo con la líder que mayor rédito les ha dado en las urnas? Isabel Díaz Ayuso, que ‘resucitó’ al PP de Madrid después de su victoria arrolladora, aspira a dirigir el partido en Madrid. Como los otros barones en sus territorios. Pero en Génova le ponen la proa. Un choque que no está siendo entendido por las bases del partido. Los pulsos por el poder transmiten confrontación y debilidad, y los votantes huyen de la división. Enzarzarse en Madrid, que tiene mayor peso específico que las otras comunidades gobernadas y dirigidas por el PP, en donde el partido tiene mayor número de afiliados, es un disparate.

Nadie le niega al PP su intensa dedicación parlamentaria (más de dos mil enmiendas a los Presupuestos). Pero sus seguidores les reprochan su distracción. Hay que hacer oposición a Sánchez y no a Díaz Ayuso. ¿Cuál es la oferta de la derecha liberal frente al intervencionismo desbocado del Gobierno socialcomunista? Génova ha avivado el fuego cruzado contra Díaz Ayuso, desde el Gobierno y otras comunidades, en vez de hacer piña si de verdad creen que «el modelo de Madrid es el modelo del PP». La presidenta madrileña se basta sola para defenderse. Pero toda ayuda es poca cuando está en juego el debate sobre la fiscalidad y afloran los agravios comparativos. Eso es lo que piensan los demás barones del PP. Empezó ERC a agitar el enfrentamiento contra Madrid para desviar el foco de su infierno fiscal en el que asfixia a sus contribuyentes. Siguió La Moncloa porque a Sánchez le viene bien la guerra contra Madrid (es decir, contra el PP). Y se suma el lehendakari Urkullu acusando de ‘dumping’ fiscal a Ayuso porque el PNV también comparte interés con Sánchez en callar a la presidenta más votada del PP. Pero la historia está ahí para recordarla. Y hubo un tiempo en el que en el País Vasco, en los años de plomo, se aplicaba lo que se llegó a denominar ‘vacaciones fiscales’. A los inversores se les eximía del pago del Impuesto de Sociedades, provocando una cadena de conflictos jurídicos con las comunidades limítrofes. Y otro tiempo más reciente en el que el PNV insinuó su intención de suprimir el Impuesto de Patrimonio para evitar la fuga de dinero vasco a Madrid. Gobernando ahora con los socialistas, esos intentos quedaron aparcados en el archivo.

El PP debería estar alineado con Díaz Ayuso en el debate sobre la fiscalidad. Su pulso por el control de Madrid es mucho más que un concurso de egos. Pero si Casado no es capaz de superar el pánico a que su mejor activo electoral controle el partido en su comunidad, consensuando listas, se presentará ante los ciudadanos como un líder incapaz de gobernar. Primero tiene que demostrar que puede ser transversal en su propio partido. Luego ya hablamos del Gobierno.