Nacional-barcelonismo

EL MUNDO 08/06/13
PEDRO G. CUARTANGO

Hoy es un personje olvidado, pero Vicente Gil fue médico y confidente de Franco, camisa vieja del régimen nacional-sindicalista y sempiterno presidente de la Federación Española de Boxeo.
Gil fue quien decidió internar a Franco en La Paz y quien estuvo al lado de su cabecera hasta su muerte. También fue clave para que el dictador aceptara firmar el traspaso de poderes a Juan Carlos en 1974 a causa de una flebitis, lo que le valió la animadversión de Cristóbal Martínez Bordiú, que le reprochó indignado: «Flaco favor nos ha hecho».
La propia hija de Franco cuenta en sus memorias que Gil era de una fidelidad absoluta al general, con el que jugaba al tenis y paseaba por los jardines de El Pardo. Tenía tanto poder que en una ocasión abroncó al ministro Sánchez Bella en una manifestación en la Plaza de Oriente por no hacer el saludo falangista.
La gran aportación de Vicente Gil al franquismo fue que logró convertir el boxeo en el deporte emblemático del régimen cuando había grandes púgiles como Galiana, Folledo, Ben Alí, Carrasco, Legrá, Velázquez y otros. Franco los recibía ante las cámaras de TVE y del No-Do que nos transmitían sus épicas victorias.
Fue precisamente Vicente Gil el impulsor en la sombra de Urtain, el morrosko de Cestona, que era un enorme bluff en el ringpero que fue presentado por el aparato de propaganda franquista como el abertzale de profundas raíces que peleaba bajo la bandera de España. José María García escibió un magnífico libro sobre la vida de Urtain.
El hecho es que el boxeo se convirtió en los años 60 en un instrumento para propagar las glorias del franquismo, al igual que Sandro Rosell pretende hacer ahora con el Barça, que ha entregado al nacionalismo catalán.
Efectivamente, el Barça será algo más que un club al llevar la senyera como camiseta. Será un equipo ad maiorem gloriam de Artur Mas, que se ha empeñado en manipular todo lo que se ponga a su alcance para la construcción nacional. ¿Qué diríamos si el Madrid vistiese los colores de la bandera nacional y su presidente se hiciera una foto así con Ignacio González?
Lo que ha hecho Rosell es mostrar la puerta de salida a los cientos de miles de españoles y catalanes que son culés, pero que no son nacionalistas. Esta gente ya no tiene cabida en un Barça que se identifica expresamente con una opción política.
La foto de Rosell y de Mas con la nueva camiseta es toda una declaración de principios: el nacionalismo aspira a invadirlo todo y ni siquiera nos deja ya la libertad de elegir nuestros colores futbolísticos.