JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 03/04/13
· Los nacionalismos no agradecen los favores que se les hacen, al revés, les confirman en sus pretendidos privilegios.
Consecuencia: no hacérselos.
No hay en el universo político, ser más vil, traidor, mentiroso y cobarde que el nacionalista. Sin haber diferencias entre radical o moderado, dialogante o violento, sonriente o ceñudo. Todos ellos creen —o sienten mejor dicho, pues el nacionalismo es más sentimiento que razonamiento— que su nación es la más hermosa, culta, antigua, civilizada que existe o haya existido y que las demás no le llegan al tobillo. Por lo que merece un trato especial. No voy a decir, como Samuel Johnson, que «los nacionalistas son la escoria de la humanidad», pero que hay que andarse con cuidado con ellos no cabe la menor duda.
Acabamos de tener otro ejemplo con los nacionalismos más conspicuos de nuestro país: el vasco y el catalán. El presidentdela Generalitat vino a Madrid a pedir ayuda para pagar sus deudas sin haber recortado un céntimo las partidas para distanciar Cataluña de España, mientras el lehendakari vasco pedía al Gobierno español reformar el Estado «para que los vascos podamos decidir nuestro futuro en libertad». ¿Habrase visto tamaña caradura? ¿Es que Íñigo Urkullu no ha sido elegido en libertad? ¿Quién viene coartando la libertad en el País Vasco sino ETA, a quien él sólo pide que «termine lo que empezó»? ETA no necesita terminar lo que empezó —asesinatos, robos, extorsiones…— porque ya lo ha alcanzado, al estar representada en las instituciones, donde pueden decir impunemente que sus crímenes son «políticos» y la responsabilidad de los mismos recae en quienes no quisieron someterse a la dictadura de sus pistolas. Lo que teme hoy el PNV es que sus prohijados se hayan hecho demasiado fuertes y lleguen a sobrepasarles o, dicho en lenguaje de Xabier Arzallus, recojan las nueces del árbol que sacudieron, y no ellos. Con lo que menuda libertad tendrían. Posiblemente, tendrían que exilarse en España.
En cuanto a los nacionalistas catalanes, ¿qué voy a decirles si su situación empieza a ser patética? Han sembrado vientos y recogen tempestades. Sus sueños de grandeza, de superioridad, de oasis, de paraíso se estrellan contra una realidad agobiante. Si el «Estado catalán» va a ser lo que el pujolismo, el tripartito y el bipartidismo basculante de Artur Mas, Cataluña se convertiría en otra Andalucía, por debajo de la media española, empujada por la corrupción, el nepotismo, el desgobierno, falsa potencia y mentira institucionalizada. Sin que haya esperanza, como en el País Vasco, de que vayan a cambiar.
Ante lo que al gobierno Rajoy sólo le cabe estar muy atento y no ceder al chantaje duro ni blando. Quiero decir, no creer que Eta ha desaparecido hasta que haya entregado las armas ni pensar que CíU se olvidará de sus sueños por recibir una financiación especial. Ni con el déficit ni con los presos favores. Ya les hemos hecho bastantes.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 03/04/13